Las Prensas de la Universidad de Zaragoza, una editorial que goza de un prestigio en aumento como consecuencia de una acertada política de publicaciones, acaba de colocar en las librerías un libro de gran interés, Los afectos de la política, de Frédéric Lordon. Lordon es uno de los economistas críticos más renombrados de la actual escena europea. Firmante del Manifiesto de los Economistas Aterrados (2010), mantiene una posición muy discrepante con las políticas económicas de la zona Euro, tal como queda acreditado en el primero de sus libros traducidos al castellano, La chapuza. Moneda europea y soberanía democrática (El Viejo Topo, Barcelona, 2016). Para hacer frente a los evidentes excesos de las finanzas, Lordon ha propuesto la creación de una nueva tasa, el SLAM, o Margen Accionarial Autorizado Limitado.

Lordon es uno de los pensadores más potentes e interesantes del actual panorama teórico, cuyas reflexiones, sustentadas en sus profundos conocimientos de las dinámicas estructurales de las sociedades actuales (no en vano, aunque economista de formación, se nutre también de otras disciplinas, como la sociología y la filosofía), constituyen una herramienta de gran relevancia para promover nuevos modos y maneras de afrontar lo político.

La tesis que articula la reflexión de Lordon, y que toma del que es su filósofo de referencia, Spinoza, es que las acciones de los individuos vienen provocadas siempre por causas exteriores que nos impelen a actuar, lo que en lenguaje spinoziano se conoce como afectos. Frente a la tradicional idea, de origen cartesiano, de un individuo libre y autónomo, que actúa a partir de sus propias decisiones, Lordon subraya las múltiples influencias a que se halla sometido el actuar humano. Influencias que la mayor parte de las veces quedan ocultas o inconscientes, lo que deriva en la creencia de que nuestros actos son fruto exclusivo de nuestras decisiones. Sin embargo, Lordon apuesta por señalar la importancia del mundo que nos rodea para explicar nuestros modos de ser y de actuar.

Pudiera parecer, en una lectura apresurada, que Lordon nos traslada una visión fatalista y desesperanzada del sujeto, en la que este queda sometido a los vaivenes de un mundo que le domina. Más bien al contrario, la idea de Lordon, y de Spinoza, es que es preciso ser conscientes de esas influencias exteriores, de esos afectos, para poder tener algún tipo de control sobre nuestras vidas, puesto que, precisamente, el desconocimiento de estos mecanismos nos somete a ellos con mayor rigor.

No cabe duda de que el conocimiento y control de esos mecanismos tiene una importantísima dimensión política. De ahí, los afectos de la política, el análisis de las estrategias que inducen a los individuos a tomar sus decisiones en el campo de lo político. ¿Cómo son afectados los individuos? Esa es una pregunta política de enorme importancia. Pues para Lordon, la política es esencialmente pasional, está movida por pasiones, no por razones, como la tradición dominante defiende. En política, entiende Lordon, no se trata de que un argumento sea racional, o verdadero, sino de que «apasione», influya, a la gente. Las ideas, por sí solas, no tienen fuerza política, es preciso cargarlas de capacidad de afectar. Una idea imprescindible, como la de cambio climático, no afecta, sin embargo, a nuestras sociedades, lo que hace que nuestras políticas sigan realizándose de espaldas a esa acuciante realidad.

De todo ello se desprende la importancia de los medios de comunicación, en la medida en que son la gran máquina productora de afectos. Ellos visibilizan las ideas/problemas, las cargan con un suplemento pasional, las convierten en afectos que condicionarán las actuaciones de los individuos. No solo en el ámbito político, sino en buena parte del actuar humano, sometido, por ejemplo a través de la publicidad, a desarrollar ciertos tipos de prácticas antes que otras.

De ese modo, nuestras sociedades mediáticas, el capitalismo neoliberal consumista, han adquirido una gran capacidad de control sobre los individuos, a los que someten a sus intereses sin conciencia de esa sumisión por parte de la ciudadanía. Pues, como dice Lordon, controlar por afectos alegres es más eficaz, mucho más eficaz, que hacerlo a través del miedo o la violencia. De ahí que promover afectos alternativos, generar otro tipo de pasiones, sea condición indispensable para un nuevo mundo, una nueva política.

*Profesor de Filosofía. Universidad de Zaragoza