El sistema de dominio más evidente del ser humano está en la familia, es ahí donde se ejercen todo tipo de violencias: físicas y psicológicas, tanto en mujeres como en hombres, porque no hay que olvidar que también existe violencia de género hacia los hombres, estos no tienen un 016 para llamar. Ese derecho de posesión y control en el matrimonio, en la pareja, tiene un denominador común: la coacción, y debería de contemplarse en la relación en términos paralelos, aunque el porcentaje de mujeres maltratadas y asesinadas sea muy superior. Manifestarse en contra de esta violencia, como en el asesinato de Soraya, es imprescindible, la denuncia social no debe cesar, pero de poco sirve si todo queda en hacerse la foto capitaneando el minuto de silencio. Necesitamos menos gestos y más operatividad, empezando por los propios jueces que no asumen ninguna responsabilidad por sentencias que llevan a resultados trágicos, deberían ser enjuiciados y, si cabe, sancionados. Al igual que aquellos políticos que hacen declaraciones tan torpes como las de Gustavo Alcalde y Amparo Bella, si estas sanciones se dieran, seguramente serían más comedidos. La violencia de género es una lacra que se extiende a toda Europa, ¿cómo encaja esto con la Convención Europea de Derechos Humanos?. La voluntad de solucionar este grave problema es necesaria, pero también destinar fondos para prevenir y cuidar a los indefensos: mujeres, hombres, niñas y niños. Pero nuestro capital desaparece con los defraudadores, corruptos y asesores autonómicos, nacionales, y europeos, el último en llegar a Bruselas de nuestra comunidad con un sueldo de 81.779 euros. ¡Mamá, quiero ser político!. La casta no cesa. Pintora y profesora