Fíjense que lío más genial: sale a votación en la Cámara Alta el tema de los trasvases, y mientras el PP vota en bloque a favor de las transferencias intercuencas, sus senadores aragoneses se abstienen y los del PAR lo hacen en contra. Parece que el Partido Popular tomará medidas contra los díscolos. Y es que la derecha española sigue siendo cien por cien trasvasista, diga lo que diga doña Rudi (quien además lo dice con la boca pequeña, pues a ella el tema del agua le deja más bien indiferente, como tantos otros).

Al mismo tiempo, y sin salirnos del mogollón hidráulico, Aragón TV nos ofreció el otro día un delicioso bucle informativo. Primero salió Biel pidiendo un calendario para las obras del llamado Pacto del Agua (ya saben: haya pantanos... y a lo demás, que le den). Luego, un expresivo reportaje daba cuenta de cómo, dos años después de finalizar sus obras e iniciar las pruebas de carga, el embalse de Montearagón apenas ha reunido dos palmos de líquido fangoso en el fondo de su vaso. No hay para consumo urbano ni para regar las hectáreas previstas. Dicen que será preciso traer caudales del Gallego, donde al mismo tiempo están empeñados en hacer otro pantano en Biscarrués. ¿Pacto del agua...? ¡Pero qué pacto ni qué agua!

El aire huele a locura. La Policía extiende sus investigaciones sobre las afiliaciones falsas al PSOE (por lo visto y sabido, fichaban abuelos que no se enteraban de nada para inflar el censo de militantes). Además de en Garrapinillos, el feudo de Becerril, el presunto truco podría haberse dado en La Jota y alguna otra agrupación. Bueno, a nadie que conozca en el intramundo socialista le cogerá por sorpresa este mogollón. Lo inaudito es que ningún órgano ni dirigente del PSOE aragonés haya instado una investigación propia para aclarar la supuesta corruptela. ¿Ni siquiera la nueva Ejecutiva piensa poner el foco sobre la falsificación de fichas?

Dichas rarezas son sólo una pequeña parte del delirio global que nos arrastra. El Gobierno de España, para evitar que intervengan nuestra economía, actúa como si la intervención se hubiera producido ya. Así de demacrado está Rajoy... En fin, de locos.