Hacía tiempo que no me entretenía tanto observando como los diferentes gobiernos que van pasado por nuestra Salduvia o por otras muchas localidades, cuyos partidos se incorporan por primera vez al ámbito de la gobernabilidad, van poniendo su impronta para llamar la atención y dar a entender su pluralidad laica, pero con unos contornos borrosos que dan pie a significados divergentes. Lo hemos visto en la polémica suscitada al prohibir, al cuerpo de bomberos de Zaragoza, celebrar la fiesta de su patrón en sus instalaciones y obligarles a hacerlo en un espacio religioso. Ese empeño en conseguir un gobierno laico y aplicarlo con acciones de este tipo, les prevengo que les va a suponer mucho gasto de energía con resultados polémicos y poco efectivos. Las celebraciones, en las que hay un trasfondo tradicional son difíciles de eliminar por decreto. Desde lo religioso hasta lo histórico la ciudanía tiene verdadero interés por exponer públicamente sus afectos y sus pasiones, desde la celebración de la Semana Santa, hasta la conmemoración de guerras civiles como la Cincomarzada: disfraces, simulacros de combates, para recordar y ya no sé si celebrar una guerra de poderes por alcanzar el trono, ¿estamos hablando de monarquía?, creo que no entra en el programa de ZeC, cuyos perjudicados fueron el pueblo llano. Y no digamos la puesta en escena de Los amantes de Teruel donde hay cierta inclinación hacia una apología al suicidio. La participación ciudadana en estas tradiciones ha ido en aumento. Posiblemente a los afiliados y simpatizantes de ZeC les bastarán estos gestos para corroborar que están cumpliendo con el programa, pero que no se engañen este laicismo tiene una relación pegajosamente sinónima a otras imposiciones.

*Pintora y profesora