La información meteorológica es una información de servicio cuyo interés ha trascendido del tradicional medio agropecuario al de toda la sociedad que quiere optimizar el poco tiempo libre disponible. No en vano los distintos espacios de El Tiempo ocupan cada vez una mayor franja horaria en las parrillas televisivas debido a su gran demanda (más del 60% de los españoles ven a diario la información del tiempo). Esto no ocurriría si los fallos y errores se repitieran con frecuencia.

De esto somos conscientes todos los que elaboramos y transmitimos esta información a través de los medios de comunicación, desde la profesionalidad más absoluta, la responsabilidad, la seriedad y sensatez innata a un mensaje que sabemos va a calar en gran parte de la población.

Por eso para presentar una información de cinco minutos en televisión, por ejemplo, se hace necesaria una preparación previa de unas siete horas: recogida de datos, revisión del tiempo pasado y presente, consulta de modelos meteorológicos, elaboración de la previsión, preparación del guión... y una mínima parte de ese tiempo transcurre en el departamento de maquillaje y estilismo, con el fin de que la iluminación necesaria en un plató de televisión, no haga que aparezcamos como espectros y distraiga la atención del espectador.

Todo ello a pesar de que la meteorología no es una ciencia exacta y que los pronósticos son eso, previsiones con un pequeño porcentaje de error, cada vez menor, mínimo en predicciones a tres días, y que aumenta conforme nos alejamos en ese horizonte. Eso sí, el espectador o el usuario de la información meteorológica debe ser consciente de que no todo lo que se encuentra en los medios de comunicación, incluido internet, es válido y se rige por estos parámetros. Hay que saber discernir y elegir.

LA PASADA Semana Santa, a pesar de las dificultades que entraña un pronóstico que se nos exige con diez días de antelación o más, y en primavera, la época del año en la que el tiempo presenta una mayor variabilidad, las previsiones se han cumplido prácticamente en todos los casos: un tiempo variable, inestable, con mejorías transitorias, y con una clara tendencia a la estabilidad durante el fin de semana como así ocurrió.

Cualquier persona de este país tuvo noticia de que las procesiones en muchos puntos de España se tuvieron que suspender, posponer, o bien procesionar sus tallas con plásticos protectores debido a repentinos chubascos o incluso granizadas que, además provocaron accidentes de gravedad en distintas rutas de la Península. La nieve, además, hizo su aparición en el mes de abril y las temperaturas obligaron a rescatar los abrigos de los armarios-

Tan solo el sudeste de la península, tal y como se advertía en todos los medios, quedó libre de esta inestabilidad gran parte de los días. Quizás Juan Bolea, en su artículo en EL PERIÓDICO DE ARAGÓN del pasado 12 de abril, dirigió sus pasos allí, precisamente porque escuchó la predicción y eligió en consecuencia.

Por cierto, ¿cómo se puede estimar que la baja ocupación hotelera en el Levante se debe a una desmotivación de la gente debido a una errónea información meteorológica? ¿Qué clase de encuesta con rigor científico avala esto? ¿No será más probable pensar que la crisis económica llevó a que todo el mundo se quedara en casa, si además comprobaba in situ que el tiempo no acompañaba?

Alimentar el recurrente discurso de que los hombres y mujeres del tiempo se equivocan es disertar sin imaginación, de una forma maniquea y facilona, que ya casi no llega a nadie. Hablar por hablar.

Nuestra información va dirigida al hostelero que quiere que su establecimiento se llene y al usuario que desea que su dinero sea bien aprovechado y optimizado, sin olvidar al agricultor que espera que le llegue el agua de mayo que resuelva su sequía. A todos. Nos consta que muchos nos ven y nos siguen todos los días, pero también sabemos que algunos, como el señor Bolea, nos persiguen, e incluso quieren penalizarnos... ¿Y a quien habla por hablar...?