Los socialistas españoles han terminado su conferencia y parecen encantados del resultado de la misma: han incorporado a su discurso reivindicaciones de las que se habían olvidado cuando gobernaban y presentan un programa más coherente con lo que cabe esperar de una opción socialdemócrata. Esperan así cambiar la tendencia electoral que reflejan las encuestas, veremos si son capaces de convencer a los ciudadanos.

Porque la reflexión en el PSOE, imprescindible, se ha quedado en la superficie, se ha limitado a un cambio de programa (más primarias) sin poner en cuestión la idoneidad del proyecto (es bueno, de vez en cuando, poner en cuestión el proyecto, aunque el resultado del cuestionamiento sea la reivindicación global del mismo) en este escenario de crisis múltiple en el que está en cuestión no solo los programas sino las instituciones, las formas de gobernar, la ética de los políticos, el papel de la ciudadanía en el diseño de su futuro.

Y hay motivos para cuestionar el proyecto, un proyecto socialdemócrata que ha sido incapaz de ofrecer alternativas a la crisis económica europea, que no tiene problemas en pactar con la derecha (responsable en buena medida de la situación en que nos encontramos) en Alemania; que compite con el Frente Nacional francés persiguiendo gitanos; que en Holanda anuncia el fin del estado del bienestar mientras crecen las desigualdades o que, en palabras del coordinador de la conferencia del PSOE, está más cerca de las víctimas que de los verdugos en los crímenes del franquismo.

No es que dude del antifranquismo de Ramón Jáuregui, pero cuando el afán de ser moderado, de no molestar, te lleva a estos deslices- Y lo peor es que no es este el único exponente de la necesidad de cambios más profundos, ideológicos, de valores, pues a pesar de los esfuerzos de Rubalcaba por enfriar los ánimos el debate ha estado salpicado por la urgencia de las primarias para cambiar la dirección, como si esto resolviese los problemas.

Probablemente el electorado progresista considera amortizada la dirección del PSOE, pero la consideran no porque Rubalcaba sea mejor o peor líder, sino por su participación en una política que se ha demostrado errónea. ¿Pero qué dirigente actual, por acción u omisión, no es corresponsable?

Las primarias no son el remedio milagroso, pueden ser un proceso de participación (que no es poco) pero la verdadera participación se basa en el conocimiento, reflexión y debate y las experiencias recientes no son ningún ejemplo a seguir.

Los socialistas deben aclarar cuáles han sido las causas que les han llevado a cometer los errores que reconocen y, lo que es más importante, de que instrumentos se van a dotar para que estos no vuelvan a producirse. ¿Se rebelará el partido contra su gobierno si pretende incumplir el programa?

Después de años de contribuir a la desmovilización social (que ahora facilita la involución conservadora del PP), ¿qué medidas propone el PSOE para fortalecer las organizaciones sociales? ¿Piensa que su sola presencia es suficiente para recuperar un Estado del bienestar digno de tal nombre? La presidenta de Andalucía, Susana Díaz, propone acercarse a las mareas pero, ¿cómo se transforma el rechazo, incluso la confrontación con estos movimientos, en colaboración?

No todo es cuestión de programa y primarias, la firmeza en la defensa de las ideas, preocuparse más de los colectivos más necesitados, de españoles que de España, compartir protagonismo con la sociedad civil, la autocrítica, la honradez, la tolerancia cero con conductas indignas en política- Sin la presencia de estos valores es posible que el PSOE se recupere electoralmente (después de la experiencia del gobierno de Rajoy, a la hora de votar mucha gente primará el cambio) pero no desaparecerá el descrédito de la política y las instituciones.

EN CUANTO a las cuestiones concretas, algunas de sus propuestas son meros brindis al sol. Es el caso de las reformas constitucionales, si en Asturias no han sido capaces de cambiar la ley electoral sin el apoyo de la derecha, ¿cómo van a cambiar la Constitución en contra de la voluntad del PP? Y no parece que esté por la labor, de no ser que los cambios supongan mayor capacidad de intervención de los mercados, menos derechos para los ciudadanos.

La reflexión que ha hecho el PSOE (y que deberían hacer todas las organizaciones), le ha servido para cerrar filas,aunque sea momentáneamente, y le puede dar cierto respiro, pero si quieren ser un factor de transformación, o simplemente mantener alguna de las conquistas sociales que hay que apuntar en su haber, debería hacer de la Conferencia un punto de partida, no de llegada. Para los socialistas españoles, quizás porque muchos de sus dirigentes fueron protagonistas, pesan mucho los paradigmas de la Transición. ¡Y han cambiado tantas cosas desde entonces!

Físico