Los vecinos de Zaragoza, a través de la federación de barrios, se van a poner manos a la obra para detectar si se mantienen las frecuencias del autobús urbano, tras la reordenación de líneas y el coste laboral que ha generado el conflicto. La iniciativa debe ser considerada como una generosa colaboración vecinal de una organización con estructura y capacidad para hacer un seguimiento pormenorizado del servicio. El resultado sacará de dudas el funcionamiento real de la flota de autobuses y facilitará la toma de decisiones al respecto.