Esta semana concluyen los dos procesos de primarias de los principales partidos de la izquierda aragonesa. Podemos ha elegido ya como sucesor del volátil Pablo Echenique a Nacho Escartín. Tiene trabajo por delante. Ha sido elegido con un apoyo cercano al 60%, pero la participación de los inscritos apenas ha alcanzado el 16%. Resulta alarmante la baja movilización y el desencanto que empieza a cundir entre las filas de los morados. Las cifras hablan por sí mismas. Escartín tiene enfrente el reto de mantener la ilusión que se gestó en la calle y que parece enfriarse en la moqueta. Llegar al medio rural es vital para una formación que ha vivido demasiado apegada a Zaragoza. En el PSOE, Javier Lambán resultará, con total seguridad, ganador en la primarias que los socialistas celebran mañana. A su rival, Carmen Dueso, apenas se la ha visto. No ha querido ni siquiera debatir. Con tan pobre balance no se puede aspirar a nada. Lambán ha hecho una campaña intensa; sus aliados han remado y sobre todo ha logrado el apoyo del sector de Susana Sumelzo, determinante para darle la victoria. Pero el lunes el flamante secretario general puede encontrarse con un partido en el que el 40% de su militancia no le ha votado. Recomponer la brecha y unificar a los socialistas aragoneses será fundamental para afrontar con garantías lo que resta de legislatura, y sobre todo para preparar las próximas elecciones generales a las que la derecha puede llegar enardecida, aupada por las efervescencias del nacionalismo catalán.

*Periodista