Si atendemos a la suma de los escaños obtenidos por cada grupo concurrente, la respuesta es clara: ganó el PP aunque sea igual de cierto que ganó sin alcanzar el número de escaños precisos para poder gobernar sin el apoyo de otras formaciones. La Constitución otorga al Rey la facultad de proponer un candidato, tras consultar a cada uno de los Grupos parlamentarios porque, obviamente, el Rey nunca querría proponer a un candidato que, según las opiniones trasladadas al monarca por los respectivos portavoces, no pudiera obtener el quórum mayoritario de la Cámara.

Sustancialmente, la propuesta real siempre tiene en cuenta, desde luego, los diversos pareceres de los Grupos parlamentarios del Congreso que determinan, con escasas variantes, cuál pueda ser el contenido final de la propuesta del Rey, que no está obligado a emitirla dentro de un término concreto, si bien debe contar con una previsión ineludible; si tras las dos votaciones que regula el artículo 99.3 de la Constitución, no se obtuviese en la primera, la mayoría cualificada ni la simple (cuarenta y ocho horas después de la votación anterior), se podrán tramitar sucesivas propuestas pero transcurrido el plazo de dos meses contados desde la primera votación de investidura sin que ningún candidato hubiese obtenido la confianza del Congreso, el Rey, contando con el refrendo del Presidente de esa Cámara, disolverá Congreso y Senado y convocará nuevas elecciones generales.

Ese es el panorama al que nos enfrentamos ahora: de una parte, la imperiosa necesidad de remontar, al fin, la salida de la crisis económica y, de otra parte, la obligación de mantenernos en la provisionalidad que conlleva el resultado electoral acaecido si ninguna opción, que promuevan dos o más partidos, no da el paso, que numérica y congruentemente, procurase, cuanto antes y sin otras elecciones, un nuevo Gobierno.

Opino que sencillo no sería pero que posible sí lo es; lo indispensable es reunir los votos precisos y ello sería viable de una de dos maneras: la primera harto dudosa, la intenta Sánchez (más que su partido), "acumulando izquierdas" ahora que son varias las concurrentes y que, salvo una (la del PSOE), las restantes tienen a mostrarse más radicales que las otras y a ser "la verdadera izquierda", como enfatiza cada una de ellas. Todas perdieron y, por tanto, ninguna ganó.

La segunda variante ofrece dos alternativas; la casi insólita de una coalición del PP, PSOE y Ciudadanos que gobernaran en común o, la menos ambiciosa y más posible, la de un Gobierno PP-C's, manteniéndose el PSOE en el papel básico de la oposición, con o sin un pacto de mínimos.

Entiendo que no sería bueno, sobre todo para el PSOE, integrarse en un gobierno con el PP: equivaldría a un momio, una especie de regalo para las otras izquierdas y para el PSOE opino que un batacazo cuando ha sido la izquierda más votada y es la única que cuenta con experiencia de Gobierno.

Aunque los primeros sondeos parezcan indicar que en el caso de nuevas elecciones el PP ganaría escaños, eso no es ya lo principal; además, cabe que disminuyera la concurrencia de electores, algo que en general, afectaría al averiado crédito de política y de políticos; la ciudadanía está cansada.

Como días atrás ha dicho Felipe González, el PSOE no debería oponerse a un gobierno del PP si lo pudiera lograr con la abstención socialista y el apoyo de C's. Concurre otro motivo, por unas u otras causas, ninguno de los competidores de Rajoy puede hoy hacerle sombra. Es el único que tiene el "valor político acreditado"; no necesita de la política para vivir, dirigió con nota tres ministerios y fue presidente de Gobierno en la última legislatura. Es cierto que ha sufrido la corrupción de algunos de sus colaboradores pero a todos los separó de militancia y cargos, dejándoles a disposición de la Justicia.

Nadie podría sostener honorablemente que Rajoy no fuese decente. Item más: ¿qué partido está asegurado contra su corrupción pasada, presente o futura? Sin caer en la inoportunidad de citar nombres ni de personas ni de partidos, propongo al que se considere asegurado ¡que tire la primera piedra! ¿Ganarán al fin los que perdieron las elecciones?