El hecho de que un escritor vietnamita visite España no sería tan extraordinario, de por sí, si no fuera porque hay muy pocos, quizá, ninguno, que escriba como Bao Ninh. Para comprobarlo, pueden leer su extraordinaria narración, El dolor de la guerra , que acaba de ser traducida al castellano.

Esta novela, que ha supuesto un auténtico acontecimiento en el país de origen del autor, supone también, de hecho, la incorporación de la literatura vietnamita a esa vigorosa corriente narrativa que arrancaría en Tolstoi y continuaría con Hemingway (los dos escritores predilectos de Bao Ninh). Un estilo, el de Bao, contundente y lírico a la vez, ameno y profundo al mismo tiempo. Como el de sus maestros.

Una novela, la de Bao, El dolor de la guerra , que habla, de una manera desgarrada, intensa y veraz, de los hechos bélicos que enfrentaron a la atormentada nación oriental con los Estados Unidos de Norteamérica, pero que también --y ahí reside su grandeza--, analiza las reacciones humanas frente a una contienda armada, y las consecuencias de la participación en la violencia de un ciudadano cualquiera arrancado de su entorno para ser arrojado al fondo más oscuro de la naturaleza humana.

Arrastrado, como una brizna de hierba, por la tempestad, a la batalla de la que tal vez no regrese, como jamás volvieron a sus hogares la inmensa mayoría de los quinientos miembros de la 27 Brigada Juvenil que fueron destrozados por los marines en la Jungla de las Almas que Aúllan, durante la estación seca de 1969; cuyos cuerpos se pudrieron entre los pantanos, o bajo la vegetación del bosque tropical. Bao fue uno de los diez combatientes que consiguieron salvar la vida y que, en medio de la tristeza y el caos, vivieron después la postración del país y la herida moral causada por aquella experiencia.

Y un día, Bao se hizo escritor. Comenzó colaborando en periódicos, practicó la poesía (el género más popular en Vietnam), para desembocar en la novela de una manera casi natural, soltando lastre, dejando correr la mano sobre el papel y alumbrando uno tras otro los episodios cuyos recuerdos lo torturaban, no le dejaban dormir: la constante presencia en su memoria de los soldados muertos, de las atrocidades, las violaciones, los actos heroicos, los actos de desprendimiento y amor.

En el rostro de Bao Ninh parecen estar escritas todas aquellas vivencias. Cuando habla de la selva, de su vida como soldado, sus ojos afloran un brillo metálico, pero gracias a su trabajo literario ha conseguido redimirse, transformar la pesadilla en arte, y en palabras universales el barro y la sangre. No alberga rencor. Si le preguntas por los Estados Unidos, responde que tiene amigos americanos, otros escritores, y que él no es nadie para criticar la política de un país. Si le preguntas por el régimen comunista de Vietnam, sostiene que le gustaría un cierto aperturismo, una mayor libertad de expresión, pero no hace causa de ello. Quizá, el bálsamo de la literatura, en lo que de religioso tiene, le ha abierto otra puerta, la de la reconciliación.

Es modesto, humilde. Podría ser un comerciante de Hanoi, un profesor vietnamita, mal pagado y soñador. Pero es un gran escritor, aunque él sólo quiso salvarse.

*Escritor y periodista