En 1982 compartía la mayor parte de las propuestas del PSOE y de Felipe González. En 2016 sigo compartiendo muchas políticas del PSOE y prácticamente ninguna de Felipe González quien hace tiempo que ha abandonado las tesis socialdemócratas más elementales. Sin embargo y sin que sirva de precedente, comparto con González su afirmación de que los líderes de los principales partidos políticos de España "deberán dimitir si vuelven a llevarnos por tercera vez a las urnas", porque con ello "nos están diciendo a la ciudadanía que debemos votar una tercera vez a ver si por fin acertamos tras dos primeras elecciones en las que nos hemos equivocado". Es decir, nos están llamando tontos.

Comparto esta afirmación pero discrepo radicalmente del objetivo que pretende conseguir que no es sino favorecer un gobierno del PP mediante la abstención del PSOE. Ahí se equivoca el expresidente porque no puede seguir gobernando este país el partido que ha empobrecido a los trabajadores bajándoles los salarios y disminuyendo su derechos laborales, llevando al desamparo a miles de familias que se han quedado sin trabajo, sin techo y sin derechos sociales básicos. Me remito a los informes de CCOO y de UGT para demostrar lo primero y a los de Cáritas y Oxfam Intermón para comprobar lo segundo. La dirección del PSOE acierta negando su apoyo al PP para no alejarse de la opinión mayoritaria de su militancia y de sus votantes. Si lo hiciera, las consecuencias electorales para el PSOE serían letales.

Como he dicho comparto con Felipe González la petición de dimisión de los líderes políticos aunque por otras razones. En mi opinión, la capacidad de los políticos, como la de los sindicalistas se demuestra cuando resuelven las contradicciones del sistema político y económico, llegando a acuerdos que favorecen a las personas a las que dicen representar. Los partidos políticos, al igual que los sindicatos, deben ser herramientas útiles al servicio de las personas.

La experiencia en el mundo del trabajo nos dice que los sindicatos que reciben el aval mayoritario de los trabajadores en las elecciones sindicales que se celebran cada cuatro años son aquellos que se dejan la piel en la negociación y que con luces y sombras firman acuerdos y convenios con sus contrapartes.

MÁS LES VALE a los partidos políticos llegar al acuerdo que proceda y que impida la tercera vuelta. Puede haber diversas fórmulas. En las páginas de EL PERIÓDICO DE ARAGÓN, el 29 de junio, se publicó mi artículo Tercera vuelta, ¡no! en el que apostaba por un gobierno PSOE, Unidos Podemos y Ciudadanos. Después hemos oído y leído muchas más voces de personas y colectivos que realizan la misma apuesta que evitaría las terceras elecciones y recuperaría la confianza en la política y en los políticos. No sería un acuerdo fácil, ya lo sabemos.

Se produciría entre organizaciones que tienen una visión del mundo diferente, ya lo sabemos. Sería necesario aparcar aquellos elementos que producen un antagonismo visceral entre unos y otros partidos, ya lo sabemos. ¿Pero alguien cree que es más fácil resolver la contradicción capital-trabajo a la que se enfrentan sindicatos y patronales cada día para llegar a acuerdos y evitar conflictos laborales? No, les aseguro que no es más fácil.

Desde la opción que yo defiendo exigimos a Pedro, Pablo y Albert que sean útiles a sus respectivos partidos y a la ciudadanía y se pongan de acuerdo. Desde otras opciones, tan legítimas y posibles como esta, esa exigencia irá dirigida a los mismos u otros líderes políticos. Están obligados a ser útiles y capaces si no desean verse abocados a la irrelevancia que produce la inutilidad y la incapacidad. No hacen falta empresas demoscópicas para aventurar con pequeño riesgo de error lo que ocurrirá el 25 de diciembre, fun fun fun, si se producen unas terceras elecciones: la abstención será enorme por el hastío de los ciudadanos y la desafección política en aumento; el PP seguirá mejorando sus resultados electorales recuperando otra porción importante de los votos que le quitó Ciudadanos el 20-D de 2015 y Podemos podría recibir la "hostia de proporciones bíblicas" a la que se refirió Pablo Iglesias el pasado 4 de julio en El Escorial, dejándose en el camino otro gran paquete de votos de gente que está perdiendo la ilusión hacia el partido que generó la mayor ilusión por el cambio hace tan solo un año. El PSOE también sufrirá el castigo de la abstención aunque quizás recupere una pequeña parte de los electores que se le fueron a Podemos por una previsible activación del fenómeno conocido como voto útil. ¿Están ciegos? ¿Acaso es tan difícil entender esto?

A DIFERENCIA de Felipe González no pediré la dimisión de nadie, entre otras cosas porque no lo van a hacer antes de las posibles terceras elecciones, pero si estas se celebran me consta que seremos muchos los que exigiremos a los líderes que asuman la responsabilidad política que conllevará su manifiesta incapacidad para llegar a acuerdos beneficiosos para la ciudadanía.

Profesor y abogado