Ya visitó Generelo como jugador La Romareda. Lo hizo como titular con el Mallorca en marzo del 2014 y con Lluís Carreras como técnico bermellón (1-1). Hoy lo hace como entrenador y en un momento delicado en su primera experiencia en el banquillo. El Oviedo, en una decisión sorprendente cuando barajó nombres con más experiencia en los banquillos, apostó por él cuando Sergio Egea dimitió por motivos personales en marzo, un eufemismo que no escondió sus desavenencias con una parte de la plantilla, con el exzaragocista Fernández como uno de los cabecillas de esa revuelta.

Generelo tomó las riendas de un recién ascendido atípico, ya que con el apoyo del Grupo Carso y del magnate mexicano Carlos Slim, el Oviedo maneja un límite salarial alto en Segunda, entre los cinco mejores teniendo en cuenta que el del Zaragoza es el segundo y el del Almería, el primero, y mira desde el principio del curso a la élite. Sin embargo, se ha separado mucho de su objetivo, que tenía a solo tres puntos cuando Egea agarró la maleta. Ahora, ya no tiene opciones de billete directo y se encuentra a dos puntos de la promoción.

Fe en la reacción

"Los jugadores siguen creyendo, como yo. Sé que podemos ganar en Zaragoza y es una auténtica final. Solo importan estos noventa minutos. Hay que luchar por lo máximo y apurar las opciones hasta el último momento", dijo ayer el técnico del Oviedo, que admitió que los futbolistas, y él también, acabaron muy dolidos tras la última derrota en el Tartiere ante el Leganés del pasado jueves. "Estos tres puntos nos reactivarían, harían que la gente también vuelva a creer", resumió Gene, que se escuchó la reprobación de la grada a su labor al final del choque ante el Lega.

Generelo llegó al Zaragoza en la 99-00 para el filial, pero con apenas 20 años Paco Flores ya le dio la camiseta titular en Liga en el arranque del curso 02-03. El pacense, centrocampista de condición física y buen disparo, caló en el vestuario zaragocista por un carácter afable, aunque sí que es cierto que no llegó a confirmar todo lo que sus buenas condiciones apuntaban.

No fue un paso cualquiera el suyo por el Zaragoza, porque en total acumuló nueve temporadas, entre el B y el primer equipo, con una cesión de por medio al Nástic antes de irse en el 2009. Por eso ayer habló con mucho cariño del Zaragoza, aunque tratando de mantener la distancia afectiva: "Es una entidad que siempre aspira a lo máximo y que su objetivo es ascender. Nosotros nos centramos en nosotros mismos, hacer el mejor partido que podamos, volver con esos tres puntos que son de oro".

Fue con Víctor Muñoz con quien tuvo más protagonismo en el Zaragoza y dejó algún gol para el recuerdo, como aquel ante el Dnipro en la UEFA en una Romareda llena de agua por la lluvia. Alzó una Copa y una Supercopa de España, aunque el adiós de Víctor le restó protagonismo. Se marchó cedido al Nástic, un viaje de ida y vuelta, y aún tuvo la oportunidad de sentirse otra vez importante en el Zaragoza en Segunda, con Marcelino García Toral en el banquillo. En el verano de 2009 ponía rumbo al Elche, donde estuvo cinco temporadas, su otra casa además de la zaragocista, pasó después por el Mallorca y recaló en el Oviedo hasta que las lesiones le obligaron a decir adiós tras el ascenso a la categoría de plata el pasado verano.