No era difícil que el Zaragoza mejorara la pírrica imagen de los tres últimos partidos. Lo hizo con un cambio de sistema, con un equipo más ordenado, más junto y más solidario, pero con el mismo gol, es decir muy poco. El empate, se mire por donde se mire, es insuficiente, malo, porque el Zaragoza, un candidato a subir, acumula cuatro jornadas sin vencer y dos puntos de 12, números impropios que condenan al equipo a estar abajo, pero dan un poco de más margen a Ranko Popovic, que salvo cambio inesperado se sentará en el banquillo ante el Alavés, pero que necesita ya victorias de forma tan urgente como el Zaragoza. Ese partido ante el conjunto vitoriano suena a plebiscito en toda regla para el preparador serbio. Ahí es probable que no le valga con una mejoría de imagen sin resultado.

Lo cierto es que el Zaragoza vivió más cerca de la victoria que el Lugo, al menos durante dos tercios del encuentro, ya que en el tramo final el cansancio físico pasó factura a un equipo que realizó un buen despliegue en la presión, adelantada y con el bloque junto, y también tuvo más acierto con el esférico, muchísimo más que en los choques anteriores, donde no había sido capaz de dar dos pases seguidos. Ayer, hasta que el desgaste se hiso notar y los cambios mejoraron al Lugo, sobre todo el de Jonathan Pereira, el Zaragoza combinó con más sentido, con más movilidad, con pocos envíos a ninguna parte.

Las buenas noticias se completaron dejando la portería a cero por primera vez en esta Liga, señal clara de que el Lugo fue bien controlado por los zaragocistas hasta el tramo final, hasta la última media hora, donde sí dio más sensación de peligro el cuadro local, gracias a un omnipresente Jonathan Pereira, ya que su movilidad sí complicó la vida al entramado defensivo montado por Popovic.

Sin embargo, al Zaragoza, que saltó con un 4-1-4-1 con Erik Morán de ancla y Diamanka y Dorca por delante en ese trivote, le faltó el gol. Muy mejorado en la ocupación de espacios en la medular con el cambio de dibujo, le condenó la suerte suprema, lo que marca los partidos. Es obvio y hasta recurrente hablar de que la plantilla se quedó a falta de otro delantero y no es casual los 290 minutos y tres partidos sin marcar que acumula el Zaragoza. Ángel, el que está destinado a llevar el peso anotador y que en el Anxo Carro estuvo más en contacto con el balón que en los tres partidos anteriores juntos, tuvo la primera tras un envío de Dorca, pero no pudo superar a José Juan, que desde el inicio fue el mejor del Lugo.

OCASIONES CLARAS

Otro disparo de Diamanka, un centro del senegalés al que no llegó Ángel y un remate de Hinestroza tras un córner de Jaime fueron los siguientes avisos de un Zaragoza que era superior a su rival y que dejaba a Bono en un simple espectador. Con esa presión adelantada tapó bien al Lugo y dominó el choque lo suficiente para merecer marcar. Otro córner de Jaime, mucho más activo que Hinestroza, trajo la ocasión más clara, pero el remate de Vallejo tras el cabezazo de Ángel lo sacó bajo palos el lateral Manu.

Con ese sabor de haber merecido más se fue el Zaragoza al descanso y Milla no se lo pensó dos veces para sacar a Jonathan Pereira y darle un toque más ofensivo a su equipo con un cambio de dibujo. Sin embargo, el Zaragoza siguió a lo suyo. José Juan tapó bien ante Diamanka, solo ante el portero tras asistencia de Ángel, y el meta despejó también un peligroso centro del senegalés, muy presente hasta que el físico le aguantó. Sin embargo, el paso de los minutos hizo mella en el Zaragoza. Dos remates de Caballero tras pases de Jonathan Pereira fueron los primeros avisos de que el partido, a falta de media hora, se nivelaba y que el Lugo iba a más.

No logró frenar Popovic la caída física del equipo. Abraham, improvisado lateral derecho y señal de nula confianza en Isaac, no mejoró a Marc Bertrán ni Jorge Díaz a Jaime. Mucho menos aún Aria, de casi nula presencia cuando salió, a Diamanka. El Zaragoza perdía fuelle mientras se le subían los gemelos por el esfuerzo (Vallejo, Hinestroza...). Sí que había ido a más el Lugo con sus relevos, ya que Pereira, Ferreiro y David López dieron más mordiente a un conjunto gallego que hasta ayer contaba por victorias todos sus partidos en casa y que trató en el tramo final de mantener la estadística.

No lo logró, pese a que Jonathan Pereira tuvo la última tras un buen pase de Iriome, porque el Zaragoza, exhausto, mantuvo la compostura y el orden en su sistema de contención lo suficiente para firmar el empate, para sumar un punto escaso en lo numérico, en lo que vale en el fútbol, en los resultados, pero que revela una reacción tras tocar fondo que tiene que venir acompañada de victorias. Y Popovic lo sabe.