Suficiente fue porque el Zaragoza no necesitó armonizar su mejor fútbol para solventar el partido en dos zurdazos de Manu Lanzarote. Ayudaron lo suyo Dimitrovic y compañía a que saliera una noche más distendida de la que creyó Milla, que predijo un encuentro parecido al del Huesca. No lo fue, ni parecido. Porque el Zaragoza tomó ventaja muy pronto, para empezar. Sobre todo porque el Alcorcón está bien lejos de parecerse al equipo de Anquela. No se defendió con cordura y se diluyó en el proceloso fútbol de la medular. Después, ni se asomó al balcón a ver si había partido. Ni un solo disparo a puerta en 90 minutos. Algún sobresalto en la estrategia, por llamarla de alguna manera, poco más. Por eso estaba tan enojado Contra, su entrenador, al final. "Si regalas dos goles en este estadio y, encima, no estás intenso, te gana un equipo que hizo poco más en el fútbol que los dos tantos". Se pasó de frenada aquí el rumano, que anduvo toda la noche colérico. Tenía sus razones, dicho está.

Superado el rival, queda el Zaragoza suficiente. El que gana con suficiencia, se entiende. Necesitaba sobrevivir el equipo aragonés a los cuatro balazos de Valencia y lo hizo con entereza, diríase con la fortaleza propia de uno de los titanes de la categoría. Se levantó el gigante para caminar firme por los senderos de su realidad, que está más cerca de La Romareda que de la luna de Valencia.

Asomó pues la verdad que anuncia su imperecedera obligación de ser uno de los mejores de Segunda, a saber cuál. No le hace falta enamorar, visto está. Le basta con comportarse con la dignidad propia del felino que se le supone, con su fiereza también. Así compite, así controla un partido cualquiera. Los otros partidos también, los que no están en el foco. Es lo que hizo ayer, sin arrumacos al balón ni zalamerías al fútbol. Llámele pragmático el que quiera. Bien está cuando es suficiente y la gente, por una vez, puede comer pipas y disfrutar. Que no está de más, como toda la vida, comer pipas, o lo que a cada uno le dé la real gana, y sonreír. Aunque salga algún mentecato con aquello de pipero, tan peyorativo.

Ya sabe casi todo eso Milla, aunque ande algo cansino con el discurso de la construcción y los tiempos, que no obsta a otras razones. Si se alimenta bien el sermón defensivo y las piezas titulares encajan --con los suplentes, más que homilía debe ser diatriba--, no deben aparecer problemas tan graves como los ocurridos en Lugo o ante el Levante. Aquellos sucedidos alertaron sobre la fragilidad del Zaragoza fuera de casa, cuando se hace vulnerable y los rivales le temen mucho menos; cuando toma tantas decisiones equivocadas; cuando parece otro y lo es.

Suficiente es también La Romareda, que ruge sin altibajos. No le hacen falta cortejos para enamorarse. Así empuja, así ha llevado a su equipo a sumar los nueve puntos puestos en juego en su fortaleza, en la que, de momento, no se ha abierto grieta alguna. Toca sacar la corneta en el viaje a Tarragona, toca cabalgar rápido, o lo suficiente, antes de que se eche de menos a Cani.