Eran buenos. Tanto, que la unidad se había hecho famosa entre aquellos policías que por toda España combatían los robos en las autopistas. Para todos ellos, el Grupo de Autopistas de la Guardia Civil en Cataluña era el ejemplo al que seguir. Ahora, toda aquella reputación yace hecha añicos en un sumario judicial en que se acumulan pruebas de que se habían aliado con aquellos a quienes debían combatir. La semana pasada, cinco de los guardias civiles del Grupo de autopistas fueron detenidos por los Mossos d'Esquadra acusados de connivencia con una de las principales bandas de peruanos, que es como se conoce a los grupos organizados que roban en autopistas.

Los Mossos del Àrea de Patrimonio de la Divisió deInvestigación Criminal (DIC) llevaban semanas detrás de uno de los grupos de peruanos más activos. Tras obtener la autorización judicial para pinchar algunos teléfonos, los investigadores comienzan a escuchar conversaciones telefónicas. En ellas, para sopresa de los agentes, se revelaba como los ladrones contaban con la complicidad de los guardias civiles del grupo de autopistas.

Según fuentes cercanas a la investigación, los guardias civiles no paricipaban directamente en los robos de la banda, pero sí facilitaban información a los ladrones, dándoles cobertura e informándoles de si había alguna investigación abierta sobre ellos. Además, los agentes detenidos también están imputados por no detener a los miembros de esa banda, pese a tenerles perfectamente localizados y saber lo que hacían.

Finalmente, entre el martes y el jueves de la semana pasada, los Mossos efectuaron las detenciones. En las entradas y registros fueron arrestados cinco peruanos miembros de la banda criminal y cinco guardias civiles que presuntamente colaboraban con ellos.

A la banda, que operaba sobre todo en la AP-7, los Mossos les imputan más de un centenar de robos en la autopista. Además, se les han incautado una veintena de coches de lujo, que acostumbraban a utilizar para cometer esos atracos. Normalmente, la banda actuaba colocándose detrás del coche de la víctima y avisándole con las luces de algún percance ficticio, como que llevaba la rueda pinchada. Cuando el coche de la víctima se paaraba en el arcén, ellos también se bajaban fingiendo ayudarles, cuando lo que hacían era despistarles para que otro les robara.