La popularización del emoticono lo está llevando también al centro del mensaje. Así, empresas como Durex han creado un emoticón de preservativo para promover el sexo seguro o una oenegé sueca ha creado una campaña de emojis contra la violencia doméstica. Incluso la Asociación Española contra el Cáncer usó la caca en una campaña contra el cáncer de colon.

Con emoticonos también hay quien ha escrito, o al menos lo ha intentado, obras literarias. Así se han traducido Moby Dick, Peter Pan y Alicia en el país de las maravillas, pero leerlos requiere casi un acto de fe o saberse el texto de memoria para interpretarlo correctamente. Es famosa la frase "Policía Mata a Lagarto", en el que al sustituirla por iconos, dada la orientación de la pistola (siempre hacia la izquierda), es el lagarto quien mata al policía.

"Es imposible escribir solo con esto porque el lenguaje no son solo palabras. Falta la sintaxis. ¿Cómo escribes 'Ayer soñé que hoy vendría a cenar'? O una frase atribuida a otro, o una referida al pasado", pregunta la lingüista Teresa Cabré. Para los diseñadores es una mina. "El emoticono permite potenciar una manera de decir, su valor va más allá del mensaje", señala el tipógrafo Andreu Balius.