En julio del 2007, el juez de la Audiencia Nacional, Fernando Andreu, a instancias de la Fiscalía Anticorrupción, ordenó la detención del que hasta hace poco tiempo había sido subdelegado del Gobierno en Barcelona, Eduard Planells, quien continúa en libertad provisional, imputado por colaborar con unos presuntos miembros de la llamada la mafia rusa que a finales de los noventa se asentó en Cataluña. Eso es crimen organizado. No basta que un grupo de delincuentes se organicen para delinquir. Para que haya crimen organizado tiene que haber una jerarquía, una obediencia, unos códigos internos, unos fondos que invertir en negocios y, sobretodo, el deseo de corromper las entrañas de un Estado. Ahora mismo en España, finalizada la amenaza de ETA, el crimen organizado es, junto al terrorismo islámico, el principal reto en materia de seguridad.

La definición anterior de crimen organizado, con la necesidad que tienen de comprar voluntades políticas, policiales y judiciales, hace difícil que las estadísticas oficiales sirvan para valorar o cuantificar la presencia de estas mafias en España. Hay cifras. Las últimas del 2010 hablan de casi 6.500 detenidos. Pero no nos sirven para tratar de lo que estamos hablando aquí.

ESTRATEGIA NACIONAL Hace un año, el entonces ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, ya anunció que España diseñaría una estrategia contra el crimen organizado similar a la terrorista. Solo se hizo incorporar el crimen organizado en la Estrategia Española de Seguridad como una de las principales amenazas.

Hasta el 2004 la lucha contra el crimen organizado fue una travesía en el desierto protagonizada por algunos policías y guardias civiles se enzarzaron en complejas investigaciones sobre los primeros mafiosos que se estaban instalando en España. Casi todos esos policías acababan llamando a la puerta de un fiscal, David Martínez Madero, que se había empecinado en hacer de la lucha contra la mafia y la corrupción el leitmotiv de su trayectoria profesional, truncada el pasado enero por su inesperada muerte.

Fue Martínez Madero quien coordinó en marzo del 2005 mármol rojo la primera gran operación contra la mafia ucraniana asentada en Tarragona. La falta de colaboración con las autoridades ucranianas obligó al sobreseimiento provisional. Pero se crearon las bases de lo mucho que vendría. Solo unos meses después, y de la mano de la Policía coordinó la operación Avispa, que culminó con el mayor golpe asestado a la mafia georgiana, liderada por el vor v zakone, (ladrón en la ley), Zakhar Kalashov. Después vendrían Troika y Java, que han dado a España un reconocimiento internacional sin precedentes por su lucha contra las mafias.

Hasta ese momento, el crimen organizado no era una prioridad. Un país castigado medio siglo por ETA y con casi un millar de muertos, apostó por centrar esfuerzos y recursos en esa lacra. Durante años, el mayor número de investigadores y buena parte de los servicios de inteligencia e información han trabajado contra ETA. "La apuesta era lógica. No se veía nada más. Ahora conviene cambiar el foco", dice un responsable judicial. Y en el nuevo foco aparece el crimen organizado. ¿Hay suficientes recursos? "En cuestiones policiales, cuanto más tengas, más utilizas. Nunca sobra un investigador. Pero ningún cuerpo policial se puede quejar sobre la gente que trabaja ahora en crimen organizado", asegura un comisario.

CNI, Guardia Civil, Cuerpo Nacional de Policía, Mossos d'Esquadra y en menor media Ertzaintza, cuentan con unidades especializadas reforzadas en los últimos años. La asignatura es recolocar a los centenares de agentes que durante años solo han trabajado en la lucha contra ETA. "Es lógico que alguno se pasen al crimen organizado", añade el mismo comisario. En el 2004, tras los atentados del 11 de marzo en Madrid, se puso en evidencia la falta de investigadores y recursos que se estaban destinando al terrorismo islámico. No se tenía en cuenta ni se le daba importancia.

Con el crimen organizado no pasará lo mismo, el Gobierno socialista lo asumió como prioridad. Los periodistas Pablo Muñoz y Cruz Morcillo, especializados en mafia rusa, empiezan su libro Palabra de Vor con una cita real del 2007. "Presidente, cuando quiera mandar en una parte del país y no pueda porque alguien manda más que usted, sabrá que las mafias rusas están aquí definitivamente". Era junio del 2005 y Zapatero convocó al día siguiente al responsable de la seguridad nacional que le acababa de soltar tremenda frase que le contara de qué iba la cosa. Y se la contó. Y se actuó. Pero como advierte un fiscal: "No nos podemos permitir bajar la guardia ni un segundo".