De Inés Arrimadas hay una cosa que sorprende más, a los amigos de los tópicos, que su catalán nativo, siendo de Jerez. Su castellano. Su acento, o la falta de él, no es lo que se espera de una andaluza que ha pasado por Sevilla y que llegó a Barcelona hace nueve años. Tampoco su carácter se aviene al cliché de andaluza salerosa. Un poco, salvando todas las distancias, como le pasa al hierático expresidente de la Generalitat José Montilla. Nació en julio de 1981, como el futbolista Xavi Hernández, lo que demuestra la teoría de la relatividad según el oficio. Mientras el de Tarrasa está en Qatar casi gozando de la jubilación, la diputada es vista aún por muchos casi como una niña. "Métete en tu linda cabecita que serás presidenta", le dijo el portavoz de Ciudadanos en Andalucía en un derroche de, como mínimo, paternalismo.

Lo cierto es que cumple con los preceptos que definen a una persona aplicada. Habla cuatro idiomas, tres de ellos a la perfección, gracias a su Erasmus en Francia, aunque renquea un poco en inglés. Es una mujer práctica que prefiere dedicar la lectura a estudios y documentos de trabajo que a la literatura. Persona familiar, muestra con orgullo los orígenes salmantinos de la saga (sus cuatro abuelos son de Salmoral, municipio de 155 habitantes) que le han dotado de ese castellano neutro digno de curso de inglés para extranjeros.

Pasión por sus sobrinos

Con hermanos desperdigados, en Algeciras y en Bruselas, siente pasión por sus sobrinos, en especial por una que tiene nueve años y que este fin de semana ha estado en Barcelona con ella. Los padres de Arrimadas se han acercado a vivir la gran noche de su hija. Eso sí, las sesiones fotográficas de los diarios la jornada de reflexión abortaron alguna escapada, por ejemplo, al Zoo de Barcelona. Tiene en mente fundar una familia, y es algo que le preocupa, como demostró al señalar que se le empezaba "a pasar el arroz".

Más tópicos destruidos. Es forofa del Barcelona y no le gusta ir de compras. Y cuando no hay más opción, frecuenta Zara o Massimo Dutti. Estos gustos que en las revistas del corazón se tildarían de campechanos no son exclusivos del aspecto físico. El pasado martes en Moncada pidió leche con Cola-cao, y le sirvieron un batido de cacao ya elaborado. Tras sonreír al camarero musitó: "Me he quedado sin grumitos", las burbujas que crea el Cola-cao.

Dicen quienes la conocen que es muy tímida y una vez agrietado el muro es divertida. Dicen también que no se encuentra tan guapa como la pintan los medios. No es postureo, afirman estas voces, es una creencia honesta.