Especial 23A

Vivir valientemente el presente con todo lo que deseamos del futuro

Este año celebramos el cuarenta aniversario de las Cortes de Aragón, el lugar de representación de todas las sensibilidades del territorio

Salón de Plenos de las Cortes de Aragón.

Salón de Plenos de las Cortes de Aragón. / Ángel de Castro

Javier Sada

Como decía mi admirado Baltasar Gracián, «lo único que realmente nos pertenece es el tiempo». Y es cierto, al pasado lo decoramos con los mejores tesoros, al presente nos aferramos, sobre todo tras la pandemia, y al futuro, que nunca llega, nos empeñamos en hacerlo presente. Así que me atrevo con este reto de imaginar el Aragón del futuro, aunque adelanto que estoy plenamente convencido de que los tiempos venideros nos traerán muchos y buenos frutos, los que durante décadas hemos plantado y mimado. 

Acabamos de celebrar los cuarenta años del Estatuto de Autonomía de Aragón. No nos hemos cansado de decir durante todo el aniversario lo bien que nos ha sentado ese articulado que lanzamos al futuro a principios de los ochenta. El Aragón de entonces tenía todo por hacer, y, lo que es peor, veíamos que nuestros recursos favorecían el desarrollo de otros. Hoy estamos muy lejos de esa idea, como muestra, este año produciremos suficientes alimentos para servir a Aragón y a varios territorios similares. Lo mismo nos ocurre con la producción energética que nos pone por delante en este mundo cada vez más eléctrico y necesariamente sostenible. El Estatuto, pues, seguirá siendo el depositario del destino que queremos, el instrumento básico para adaptar nuestros servicios públicos a la realidad aragonesa y para aprovechar nuestras potencialidades económicas y nuestro talento. Será nuestra hoja de ruta.

Por otra parte, este año celebramos el cuarenta aniversario de las Cortes de Aragón, el lugar de representación de todas las sensibilidades del territorio que han enriquecido los debates y han marcado las prioridades de la Comunidad. El parlamento será la otra pata imprescindible para caminar hacia un futuro del que no dejan de anunciarse cambios irreversibles condicionados por los avances tecnológicos. Por tanto, está claro que tenemos que empezar a hablar de ello; y no me refiero a que esté en nuestras conversaciones, sino a que forme parte de la agenda. El lugar indicado para ello es el parlamento, de ahí que la Mesa y la Junta de Portavoces de las Cortes de Aragón hayan recomendado a quienes formen parte de la XI Legislatura la creación de una Comisión de Futuro integrada trasversalmente en la actividad parlamentaria como un espacio compartido con agentes sociales, científicos y expertos de cada una de las materias susceptibles de cambios; es decir, todas. Esos cambios que nos vienen no solo van a condicionar nuestras vidas, sino la forma de hacer política y las leyes. Ramón y Cajal no puede resumirlo mejor, «observar sin pensar es tan peligroso como pensar sin observar».

Además, en ese camino de futuro debemos tener en cuenta otros factores del presente, como, por ejemplo, la generación más formada de la historia que se incorpora ya al mercado laboral. Son el estandarte de nuestro talento preparado para mantener competitivos los sectores más pujantes, como la logística y las nuevas tecnologías, o las nuevas profesiones que se van a crear a partir de los anunciados cambios tecnológicos. 

La especialización de la FP en los últimos años, la adaptación de los grados en las dos universidades aragonesas a las necesidades de las empresas, van a permitir asegurar el empleo a los jóvenes de Aragón, incluso en aquellos lugares donde tanta población hemos perdido. 

Concluyendo, los aniversarios del Estatuto y las Cortes nos van a dar fuerzas para seguir alcanzando nuestras metas, siempre sobre los tradicionales consensos, que son nuestra seña de identidad política, sin olvidar toda la contribución que hacemos desde aquí a la construcción de la España futura, en la que seguimos participando activamente. Y, por último, y no menos importante, hay algo que está en cada uno de nosotros. Siempre hemos pecado de menospreciar nuestros logros. 

El tiempo que viene requiere que miremos atrás y cojamos impulso creyéndonos lo que somos capaces de hacer, que es mucho. 

Si Gracián fuera un personaje coetáneo, nos empujaría a vivir valientemente el presente con todo lo que deseamos del futuro. Aragón será lo que nosotros queramos que sea.