Talento y territorio

El talento será una de las materias primas más apreciadas, ya que la innovación marcará, posiblemente más que ningún otro factor

Varios estudiantes en la Universidad de Zaragoza, a principios de curso.

Varios estudiantes en la Universidad de Zaragoza, a principios de curso. / ÁNGEL DE CASTRO

José Antonio Mayoral

En 1970 Cat Stevens se preguntaba, en una de sus canciones más conocidas, 'Where do the Childrens Play?' En efecto ya entonces se empezaban a plantear preguntas sobre las consecuencias de los cambios asociados a nuevas tecnologías. Este tipo de preguntas son aún más necesarias en el momento actual en el que la velocidad de los cambios es mucho mayor que a finales del siglo pasado.

Desde mi punto de vista los cambios sociales y económicos fundamentales estarán asociados a dos aspectos esenciales e inclusivos de otros: sostenibilidad y digitalización. Aragón se está posicionando bien en esta nueva economía, donde debe aprovechar sus dos mayores ventajas competitivas, el talento y el territorio, apostando por una economía donde la digitalización, la circularidad y las energías renovables se liguen al desarrollo territorial.

En esta nueva economía el talento será una de las materias primas más apreciadas, ya que la innovación marcará, posiblemente más que ningún otro factor, la competitividad de los sectores productivos. ¿Qué papel debe jugar la formación superior en este contexto? En cuanto a nuestras propuestas de formación no debemos renunciar a formar a personas con criterio, por lo que la oferta básica de grados no debería ser demasiado disruptiva, debemos huir de ofertas cuya mayor virtud sea la de tener un nombre atractivo.

Eso sí, sería importante tener una mayor flexibilidad para modificar la oferta de plazas de modo que se pueda dar una respuesta más rápida a las necesidades de cada momento. Además, es preciso formar a más titulados superiores que cubran la demanda en los sectores clave, pero hay que pensar que la nueva sociedad va a necesitar personas con una formación transversal, de modo que la digitalización y la sostenibilidad estén presentes en los curricula de titulaciones. 

Parafraseando a Cat Stevens nos podemos preguntar dónde trabajará el universitario del futuro y cuáles serán los empleos ofertados dentro de unas décadas. Esto es difícil de responder con certeza, por lo que las personas deberán actualizar sus conocimientos de manera casi permanente. Esta realidad ha hecho que, en el contexto europeo, se de una gran importancia a la formación a lo largo de la vida, con propuestas mucho más flexibles en cuanto a su modificación, duración y condiciones de acceso, que pongan a disposición de la sociedad una puesta al día de los conocimientos accesible, necesaria para mejorar la empleabilidad de las personas y los resultados de empresas e instituciones.

Las Alianzas de Universidades Europeas, como la alianza Unita de la que forma parte la Universidad de Zaragoza, permiten desarrollar una oferta mucho más completa, en buena parte no presencial, que la de una universidad concreta, que contará además con el valor de la etiqueta europea. La alianza Unita tiene también una fuerte apuesta por la formación y la innovación ligadas al territorio, tan necesaria en la nueva economía.

No es posible concluir un artículo sobre formación en general y formación universitaria en particular, sin mencionar los cambios que vendrán asociados a las nuevas herramientas tecnológicas, sobre todo a los que generarán los avances en inteligencia artificial. De repente nuestro modo de abordar la docencia, en primer lugar, algunas prácticas de evaluación, se han visto comprometidas. Sin embargo, la evolución no se va a detener y nuestro estudiantado, cada vez más digital, debe aprender a sacar provecho de estas herramientas, es nuestra responsabilidad integrarlas en los procesos formativos como una herramienta útil, aunque ello obligue a repensar algunas de las actuales estrategias de enseñanza-aprendizaje.