El programa de trasplantes de médula ósea en Aragón se ha consolidado. Después de siete años desde que se pusiera en marcha en 1995 por el Servicio de Hematología del hospital Miguel Servet, se han realizado un total de 174 trasplantes, con una trayectoria satisfactoria y dentro de los parámetros de calidad similares al resto del país. Este tipo de procedimiento se diferencia del resto de trasplantes en que "el de médula se asemeja más a una transfusión de sangre", según explicó el jefe del servicio de Hematología, el doctor Giralt, aunque tanto el pre como el postoperatorio le convierten en uno de los trasplantes más complejos inmunológicamente.

El trasplante de médula ósea permite restituir en el paciente la capacidad de producir de nuevo células sanguineas normales, porque las suyas ya no lo son o hayan quedado destruidas por distintas enfermedades como las leucemias agudas, los mielomas, el linfoma no hodgkin o las aplasias, entre otras.

Los trasplantes pueden ser de dos tipos: los autólogos o autotrasplantes, de los que el Servet ha realizado 140, cuando se realiza a partir de las células madre obtenidas de la sangre periférica del propio paciente. Primero se aspira la sangre medular, se conserva congelada y se reinfunde después de la quimioterapia que ha acabado con su propia médula. Los alogénicos, de los que se han practicado 34 en Aragón, se producen a partir de la médula de otra persona lo más inmunológicamente compatible con el receptor.

LA PULPA MEDULAR El doctor Rubio, jefe de la Unidad de Trasplante de Médula Osea, reconoció en la rueda de prensa que se celebró ayer con la asistencia de la directora médico del hospital, Ana Sesé, que la parte más pesada de este trasplante es la obtención de una cantidad suficiente de pulpa medular del donante. Para eso hace falta anestesiar a la persona realizarle 300 o 400 pinchazos en la parte posterior de la cresta ilíaca y extraerle entre medio y un algo más de un litro de médula. Una vez purificada y tratada, el implante en el receptor es muy sencillo. Basta con inyectar la sustancia en la vena a través de un catéter colocado al efecto. "Podemos decir que a las 24 horas el donante, que suele ser un familiar del paciente, sale del hospital perfectamente, ya que la médula se recupera rápidamente y se puede volver a donar sin problemas; por eso se dice que no es un trasplante mutilante", puntualizó.

Además, la implantación de la médula ósea no requiere para el receptor intervención quirúrgica alguna, ya que se infunde por vía endovenosa de forma similar a una transfusión de sangre. Por supuesto y antes de proceder a un trasplante de médulas, es necesario que la enfermedad en el paciente haya remitido --no significa curación-- por medio de los tratamientos necesarios que existen hoy en día, como los quimioterápicos. "De hecho, para materializar estos trasplantes son necesarios entre otras cuestiones la remisión de la enfermedad, no sobrepasar los 60 años, al menos por ahora, y en el caso del trasplante alogénico, por supuesto, hay que disponer de un donante compatible con el receptor.

Se da la circunstancia de que con el autotrasplante se permiten aplicar tratamiento quimioterápico mucho más agresivo y luego reinfundir las células progenitoras, que son las encargadas de reproducir la función de la médula ósea, y que se obtienen no sólo en la médula sino en la circulación periférica. En el autotrasplante, el paciente, una vez que ya ha sido tratado y con la enfermedad bajo control, es sometido a unas dos o tres sesiones de aféresis o de extracción de células madre, que son congeladas hasta que finalmente se obtiene la cantidad necesaria y se le pueden reinfundir de nuevo.