La Guardia Civil realizó ayer cien pruebas de consumo de drogas a conductores en la segunda jornada de control que se ha desarrollado en Zaragoza, capital elegida por la Dirección General de Tráfico junto a Badajoz para esta experiencia piloto. El dispositivo de control se colocó en esta ocasión en la carretera de Huesca, junto al desvío a Ontinar del Salz.

Según fuentes de la Delegación del Gobierno en Aragón, la operación se realizó sin ningún incidente de relieve, aunque no ofrecieron datos sobre la cifra de positivos detectados.

Estas actuaciones se justifican por el alto número de accidentes que se registran a causa de conductores que circulan bajo los efectos de estupefacientes. Según datos del Instituto Nacional de Toxicología, la media de personas fallecidas en las carreteras españoles en los últimos años alcanza a un 10% del total de las víctimas, además de las que resultan con graves lesiones.

El dispositivo, que un día antes se había desplegado en la autovía de Logroño, a la altura de la factoría de Pikolín, y que también se prolongó durante ocho horas, requirió una elevado número de agentes, así como la presencia de una ambulancia con su equipo médico.

Las asistencias sanitarias son imprescindibles en estos controles porque el test de saliva no prueba que el conductor implicado se encuentre bajo los efectos de las drogas, que pueden haberse consumido en muy pequeñas cantidades hasta doce horas antes. Muchas personas que dan positivo en la prueba de saliva pasan el posterior reconocimiento médico sin ningun problema.

Solo si el resultado es positivo en la saliva y en la revisión médica se someterá al afectado a una extracción de sangre, que tienen que contar con autorización judicial, para poder aplicarle medidas penales, siempre que los análisis confirmen los anteriores diagnósticos.

Tráfico todavía no tiene prevista una fecha para regularizar este tipo de controles en todas las carreteras españolas.