El teniente que fue condenado a 16 años de prisión por abusar sexualmente de 28 mujeres militares del centro de formación de tropa de Calatayud, no solo no fue castigado por el Ejército, sino que el pasado mes de enero ascendió a capitán y está destinado actualmente en la Unidad de Sanidad del Ejército en la localidad madrileña de Pozuelo de Alarcón. Asimismo, a pesar de los 16 años de prisión, podría cumplir únicamente tres al no tener antecedentes penales. Distintas fuentes de Defensa aseguraron que cuando tengan notificación oficial del fallo, será expulsado del Ejército.

El oficial, que en la sentencia del Tribunal Supremo en la que rechaza el recurso de casación le llama Don Cornelio, estaba destinado desde el año 2003 en el Regimiento de Caballería Numancia IX de Zaragoza, pero en comisión de servicio en el Centro de Formación de Tropa de Calayatud. En el año 2004 se le abrió un proceso judicial por un delito de abuso de autoridad y Defensa decidió suspenderle cautelarmente durante seis meses desde el 22 de junio hasta el 22 de diciembre de ese año.

Las víctimas, todas ellas mujeres, pretendían acceder al Ejército y estaban en Calatayud realizando cursos de formación. El teniente condenado era uno de sus tutores y aprovechaba las clases personalizadas para cometer sus abusos, aprovechando su condición de superior. El modo de actuación del militar era siempre muy parecido: piropeaba a las aspirantes, se interesaba por su vida personal, y les sugería la posibilidad de tomarse una cerveza. Además de saludarlas con dos besos, les preguntaba sobre su vida privada. Acto seguido, se interesaba por su peso para empezar a darles masajes y tocamientos en sus partes más íntimas, pubis, vagina o pechos.

INSTRUCCIÓN En otras ocasiones aprovechaba los ejercicios físicos para propasarse con las 28 mujeres que le denunciaron. De este modo, les corregía diversas posturas y, según relata pormenorizadamente el fallo del Supremo, en lugar de indicarles cómo lo debían hacer o colocar su fusil de forma correcta, les ponía la mano en sus genitales, incluso por dentro del pantalón. Como muestra, un ejemplo descrito una de sus víctimas, Nuria: "Durante la prueba de alarma aérea, estuvo dando vueltas y se agachó varias veces para verle su posición. Seguidamente, le dijo que abriera las piernas y empezó a tocarle por la parte interior de los muslos, acariciándoselos, y también las nalgas como si las estuviera restregando; luego le dijo que se incorporara lateralmente hacia un lado y hacia el otro, sobándole ambos costados y los pechos; la soldado pudo apercibirse de los suspiros del teniente".