Los municipios aragoneses de la Ribera Baja del Ebro recibieron, durante buena parte del día de ayer, la punta de la avenida del río, sin que se registraran afecciones en los cascos urbanos. En cambio y como lleva ocurriendo desde hace algunos días por culpa de las filtraciones, sí que se siguieron anegando centenares de hectáreas de campos de cultivo, especialmente de trigo, alfalfa y hortaliza, y entre los agricultores de la zona existe el temor de que se acaben perdiendo todas estas cosechas. A ello contribuyó también que algunas motas, como las situadas en Osera o en Villafranca, no aguantaron la presión del agua y reventaron.

Mientras, en los pueblos de la Ribera Alta y en Zaragoza capital, la crecida va descendiendo, si bien lo hace muy lentamente. La Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE) informó ayer de que la avenida alcanzaría la cola del embalse de Mequinenza durante esta pasada madrugada, con caudales próximos a los 1.700 o 1.800 metros cúbicos por segundo, y que se mantendrá así durante todo este jueves.

PREVISIÓN El organismo de cuenca prevé echar mano del sistema de embalses Mequinenza-Ribarroja-Flix para mantener la tendencia de descenso progresivo de los caudales en la desembocadura del Ebro. De hecho, la CHE, que también se ha servido de la acción reguladora de otros embalses como el de Yesa o de los sistemas de Riegos del Alto Aragón, estima que, sin la labor de estos embalses, el río habría alcanzado un máximo de 3.185 metros cúbicos por segundo.

En El Burgo, numerosos vecinos contemplaban cómo el agua filtrada cercaba parte de su plaza de toros, un parque infantil e incluso un par de calles del casco urbano. No solo eso. Los usuarios de varios garajes y trasteros de inmuebles cercanos vieron impotentes cómo el agua entraba sin remedio, por lo que muchos optaron por sacar sus coches y sus pertenencias en unos edificios que solo datan del 2006. "Cada vez que sube el río, nos pasa esto", lamentaba un vecino, al tiempo que procuraba que el agua, que salía a borbotones por una grieta de la pared, no empapase el material almacenado en su trastero. "El problema es que quienes compramos los pisos aquí somos todos de fuera y no sabíamos esto", se quejaba. "No tenían que haber permitido construir aquí", sentenciaron él y otra pareja, pendiente del estado de su plaza de garaje. El alcalde, Miguel Ángel Girón, aseguró, sin embargo, que "pese a los trabajos de impermeabilización que se hizo en estos edificios, se vendieron sabiéndose que, con las inundaciones, se filtraba el agua".

En Villafranca, mientras, la rotura de una mota hizo que, pese a que, supuestamente, el nivel de la avenida iba decreciendo, el agua siguió entrando a los campos del pueblo, hasta inundar "500 hectáreas", como apuntó su alcalde, Roberto González, que comprobaba cómo el agua desbordada parecía un lago, a casi 2 kilómetros del cauce natural del Ebro.

OTRA ROTURA También se rompió una mota en Osera. Su primer edil, José Luis Périz, manifestó que "habrá que esperar a que baje el nivel para estimar daños", pero, como su homólogo en Villafranca, añadió que "se ha inundado toda la huerta junto al Ebro". Los vecinos de Pina también se acercaban a la chopera de la localidad, muy cercana al pueblo y completamente anegada por el agua. "Nunca habíamos visto esto así", decían, constatando que, pese a que la crecida es menor que otros años, sus efectos son mayores, como denuncian los alcaldes, a causa de la suciedad en el cauce. La de Pina, María Teresa Martínez, se mostraba aliviada porque "el casco urbano está a salvo".

En Zaragoza capital, finalmente, la punta de la crecida llegó sobre las 6 de la mañana y se mantuvo constante --1.868 metros cúbicos por segundo-- durante cinco horas. Además de las inundaciones en zonas ribereñas y filtraciones en algunos garajes, no hubo incidencias reseñables. En la ribera alta empezaron a ver bajar la crecida y en Boquiñeni, por ejemplo, Protección Civil retiró su dispositivo, en previsión de una evacuación que por fortuna no se produjo.