Florencio Garcés, el párroco de Borja detenido por haber cometido presuntamente los delitos de abuso sexual continuado y de apropiación indebida de 210.000 euros de la iglesia, comparecerá a primeras horas de la mañana de hoy ante la jueza de instrucción de Tarazona. Ahí deberá responder asimismo de otras acusaciones, como simulación de delito (él mismo denunció el robo del dinero), coacción y blanqueo de capitales.

En Borja, la opinión pública cree que el cura, de 70 años, ha sido víctima de un chantaje. Pero lo cierto es que sigue en dependencias de la Guardia Civil, en concreto en el cuartel de La Almunia, adonde ayer fue trasladada porque las instalaciones de la Benemérita en la localidad no están dotadas de determinados servicios.

"No ha habido ningún trato de favor, ha sido una simple acción humanitaria", señaló ayer su abogado, Antonio Val-Carreres, que señaló que la jueza encargada del caso ha decretado el secreto de sumario.

Esta medida ha disparado los rumores en Borja, donde numerosos vecinos sostienen que Garcés ha sido la víctima de un "chantaje" de connotaciones sexuales. Los residentes apuntan a unas supuestas "fotos comprometedoras" con una mujer desnuda, que al parecer se tomaron al sacerdote para extorsionarlo.

"Todo empezó con una investigación de drogas", comentó un vecino, que añadió que el sacerdote está "tranquilo". "Tirando del hilo salieron a relucir otras cosas y el cura se vio envuelto en un ovillo al que era ajeno".

En cualquier caso, se ha descartado la vinculación de este asunto con la recaudación de la exhibición de la chapucera restauración que sufrió el eccehomo del santuario de Misericordia. Más bien, los fondos supuestamente desviados procedían, presuntamente, de las ayudas que distintas organizaciones próximas a la iglesia gestionan para atender a obras de caridad y a diversas instituciones de carácter religioso.