La agenda suena a Semana Santa. Más aún en este año de tambores. A la Pasión zaragozana no hacen más que lloverle piropos y aniversarios. En este prólogo de la celebración, ayer tocaba hacer hueco a un clásico. La entrega del VI Premio del Sanedrín, entidad que compone un selecto grupo de cofrades zaragozanos (Eduardo Acón, Arturo Almuzara, Jesús Carreras y Vicente Gracia). Un galardón con el que se distingue la labor de quienes trabajan a favor de esta tradición y que este año tenía un destinatario sonado y global. Concretamente, las secciones de instrumentos de las hermandades de la Pasión por "mantener una de las principales señas de identidad de esta celebración, el tambor". Los jefes de tambores de veinte cofradías --desde la Entrada a la Piedad, pasando por el Descendimiento, la Dolorosa, Cristo Resucitado y, por supuesto, las Siete Palabras-- acudieron a este encuentro (en el restaurante Asadorada) para recibir la mielera de cerámica que es santo y seña de este premio. Y también para compartir el galardón y recordar la historia de este instrumento. Una tradición que por primera vez incorporó en Zaragoza (en 1940) la cofradía de la Siete Palabras y de San Juan y que ya cuenta con un sonido propio y característico de la ciudad. Un sonido que nace del esfuerzo y el empeño, de los ensayos... Que ayer sacó un redoble para recibir su premio.