Saber cómo utilizar el jabón o que los animales no pueden pastar junto a un pozo de agua son dos acciones aparentemente lógicas en el llamado primer mundo donde el agua sale de los grifos y el jabón de manos es un bien asequible y accesible. No ocurre lo mismo en los países en vías de desarrollo donde están construyendo pozos y las pastillas de jabón son toda una novedad.

La entidad aragonesa Acción contra el Hambre tiene un proyecto en Senegal que se dedica a la educación y sensibilización sobre el uso razonado del agua. "Formamos a la gente para que aprendan a extraer el agua de los pozos y a utilizarla", explicaba Elena Gimenez, coordinadora de la asociación en Aragón. "De nada sirve tener un pozo para que llegue un perro o una vaca y haga sus necesidades en los alrededores".

Este programa, que no exige grandes inversiones, pero "tiene un impacto muy grande" está en el aire, igual que el de Honduras donde Arapaz-Aragón también tienen un programa de saneamiento del agua, instalación de letrinas y mejora de las tuberías y que por ahora está paralizado por falta de financiación. "Primero el Gobierno de Aragón redujo las ayudas un 70% en tres años y ahora el Ayuntamiento de Zaragoza no nos abona las subvenciones", lamentó Aranzazu Mancho, de Arapaz.

Financiación

Las entidades viven de las subvenciones de las entidades públicas y privadas. Prácticamente el 80% de sus ingresos procede de este tipo de fondos. Hacen sus cálculos según los proyectos aprobados y, en caso de no recibir las ayudas, se ven abocadas a romper temporalmente la relación con los países.

"Los proyectos de desarrollo duran muchos años y su resultado se ve a largo plazo", explicaba Mancho. "Trabajamos con entidades locales y gente de las comunidades que no entienden que de repente paremos los programas", señaló. En Arapaz han sufrido un recorte de casi el 70% desde que comenzó la crisis. "Antes contábamos con 800.000 euros y ahora no superamos los 300.000" para destinarlos al desarrollo y la formación en el tercer mundo.

El Centro de Estudios Rurales y de Agricultura Internacional (Cerai) tiene paralizados dos proyectos de desarrollo. Uno en Mauritania donde han creado una escuela agrícola. "En este país tienen una situación de crisis alimenticia, solo generan el 30% de lo que consumen", explicó Pedro Escriche.

En la región del río Senegal han desarrollado un programa de agricultura sostenible con semillas y productos propios para que no dependan del exterior. Tiene dos objetivos: por un lado la formación y por el otro la subsistencia de unas familias que carecen de alimentos.

Este proyecto llevaba años en marcha y ahora corre el riesgo de desaparecer. Lo mismo ocurre con el de ecoturismo, en Marruecos. Está paralizado desde noviembre del 2013.

Este proyecto está implantado en el desierto del Sáhara y la zona de los montes del Atlas. Mediante los convenios con dos pequeñas asociaciones locales, han creado pequeños programas turísticos. "Sirve para generar una industria sostenible y crear puestos de trabajo", explicó Escriche.

Este proyecto se realizaba con la escuela de formación oficial y ahora las relaciones están en peligro. Escriche explicó que "al no actuar se están perdiendo los lazos de confianza porque queda en evidencia nuestra fiabilidad" al perder el contacto diario con ellos y no realizar las labores de seguimiento sobre el terreno.

La única opción que les queda es hacer ingeniería financiera para lograr sortear la ausencia de financiación y mantener, aunque sea en standby, los proyecto de cooperación y desarrollo. Hablar de las ayudas de emergencia no es mucho más alentador.