El crimen de Ricla, en el que murió y se descuartizó a Pilar Cebrián, ha marcado un antes y un después en la investigación policial con el uso de pruebas neurológicas. El primero en someterse a la P-300 fue su presunto autor, Antonio Losilla, a quien se sumó Miguel Carcaño, asesino confeso de Marta del Castillo, y más recientemente el terrorista arrepentido de los Grupos de Resistencia Antifascista Primero de Octubre (GRAPO) Fernando Silva Sande. Una forma de actuar que ha mostrado interés en Francia.

Representantes de la Gendarmería francesa y varios jueces del país galo acaban de visitar la recién estrenada Unidad de Neurociencia Forense del Instituto de Medicina Legal de Aragón (IMLA), que es pionera en España. Allí se entrevistaron con sus responsables, Cristina Andreu y Salvador Baena, así como con miembros de la Brigada de Homicidios de la Jefatura Superior de la Policía Nacional en Aragón.

Ambos fueron los impulsores de esta controvertida prueba de la que todavía no hay resultados en España, si bien, según el primer científico en utilizarla, Lawrence Farwell, el método tiene una fiabilidad del 99%. En un caso, Terry Harrington salió de la cárcel después de permanecer 23 años por un crimen que no cometió.

Según ha podido saber este diario, las autoridades francesas quisieron saber el funcionamiento de esta prueba para poderla usar en el esclarecimiento de casos en el país vecino. Asimismo, se interesaron en el ordenamiento legislativo necesario para el mismo.

En España, al igual que pasa con la extracción del ADN, según la última comunicación del Tribunal Supremo, es necesario que el acusado decida someterse de forma voluntaria y que el abogado esté presente durante la misma.

DOBLE PRUEBA En el IMLA se practican actualmente dos pruebas: la P-300 y la N-400. En la primera, se estudia el registro de la actividad cerebral del paciente en una máquina mientras un ordenador proyecta imágenes de los posibles lugares donde pudo deshacerse de un cuerpo. En caso de que recordara alguno de esos emplazamientos, el cerebro emitiría un impulso eléctrico en 300 milisegundos y en el aparato se proyectaría una onda más alta que si la imagen fuera desconocida para el individuo.

Por otra parte, la N-400 estudia las señales negativas, a los 400 milisegundos, que se basan en reacciones opuestas.

Las dos pruebas se complementan, ya que una analiza la retroalimentación a un estímulo mientras que la otra se activa cuando algo falla.

Ahora los investigadores están pendientes de saber los resultados a Silva Sande para encontrar al empresario Publio Cordón, desaparecido desde hace ya veinte años.