Manuel Sender salió el 14 de abril de 1931 al balcón del Ayuntamiento de Huesca a la una y media del mediodía. Como concejal de la ciudad fue el encargado de ponerle voz y rostro al tiempo histórico que daba comienzo. Un nuevo régimen que empezaba "por la voluntad del pueblo soberano". Una multitud recibió la noticia enfervorizada. Político y abogado de profesión, fue fusilado el 13 de agosto de 1936 siguiendo el mismo destino que otras figuras intelectuales de la época, como Ramón Acín.

Con motivo del 110 aniversario de su nacimiento el historiador Enrique Sarasa ha publicado una biografía llamada Manuel Sender y el republicanismo oscense (editada por el Instituto de Estudios Altoaragoneses) en la que recupera su figura y analiza el contexto político de una época.

Manuel, nacido en Alcolea de Cinca, era también hermano del escritor Ramón J. Sender, aunque sus caminos se separaron pronto. "Nos medíamos en el muro, corríamos en la playa a ver quién llegaba antes", evocaba el escritor años después sobre su tiempo compartido en su Libro armilar de poesía y memorias bisiestas. Sarasa destaca que ambos habían estudiado en el mismo instituto y habían compartido piso en Madrid durante los años de la dictadura de Primo de Rivera.

"Muerto Manuel, Ramón quiso recordarle en varias ocasiones en sus textos, a veces de forma directa, otras veces, de un modo más sutil, pero siempre con la misma intensidad y devoción", explica. También precisa que Réquiem por un campesino español en muchos aspectos "es un tributo callado hacia la figura de su hermano". No en vano, Paco el del Molino llega a ser alcalde de su pueblo y los dos se ven abocados a un final parecido.

Como regidor en Huesca (fue elegido el 6 de mayo de 1932, cuando tenía 27 años) destacó su búsqueda de un estado laico y su interés por la labor educativa. También trató de modernizar la ciudad y solventar los problemas económicos y sociales más comunes en la España de la época. "La actuación de Sender se basó en la realización de obras que lograran aminorar el paro obrero y, en consecuencia, las protestas que nacían de tales carencias", indica Sarasa.

Gran parte de su legado se mantiene en el proyecto de urbanización y limpieza que inició para los Cosos y los Porches de Galicia, así como en la alineación y el arreglo de buena parte de las calles de la ciudad o la construcción de edificios como el Palacio de Justicia. También sentó las bases de la expansión de la ciudad hacia la carretera de Jaca.

En esa época tuvo mucha relación con los grupos intelectuales de la ciudad, especialmente con el círculo de la izquierda republicana, "aunque igual tenía conversaciones con el grupo del conservador Vicente de Piniés, o incluso con anarquistas como Ramón Acín", precisa Sarasa. Con el pedagogo y militante mantuvo siempre "un gran afecto y valoró su coherencia y su actividad como artista". Además de la amistad y algunos vínculos familiares un destino trágico unió las dos figuras. "Ambos se negaron a armar a la población en los momentos posteriores al 18 de julio, pues temían las repercusiones, violencias y desórdenes que algo así podría provocar en la ciudad", indica el biógrafo. Finalmente el gesto no les sirvió a ninguno de los dos, pues ambos fueron ejecutados poco después. "Murió como uno de aquellos antiguos príncipes del estoicismo, sin que su pulso se alterara ni su expresión se descompusiera, sencilla y noblemente", escribió su hermano en Crónica del alba.

Memoria histórica

El origen agrícola de Manuel Sender fue clave en el desarrollo de su personalidad y en su interés profesional por el Derecho. "Vivir en Alcolea le ayudó a conocer las carencias de la España rural y posiblemente influyó para que, de adulto, buscara en el republicanismo un sistema alternativo a todo lo que había visto", considera Sarasa.

La biografía del político se publica en un momento propicio para la recuperación de aspectos de la llamada memoria histórica. "Es evidente que el debate en torno a los sucesos y circunstancias de los años 30 ha logrado trascender las puertas de la universidad y llegar al público, superándose así, aunque no de forma definitiva, los límites que la memoria familiar había impuesto y que habían determinado la visión que teníamos de nuestro pasado", asegura.