El plan de recuperación de la almeja de río margaritífera auricularia que impulsa el Gobierno de Aragón ha permitido repoblar el Ebro con más de medio millón de ejemplares de esta especie catalogada en peligro de extinción, que habita, especialmente, en el Canal Imperial de Aragón.

Desde hace una década se han ensayado distintas técnicas para la cría en cautividad de esta emblemática especie amenazada, lo que ha permitido obtener más de 650.000 almejas juveniles para los cauces.

Un 95% de ellos han sido liberados en tramos del río Ebro en Aragón, que previamente se habían identificado como adecuados para la especie. El resto de los animales obtenidos se mantienen en cautividad en el centro de cría experimental ubicado en la finca de La Alfranca, donde se hace un seguimiento de su crecimiento.

fuera de la comunidad / Este año, por primera vez, se ha destinado parte de la producción de juveniles a experiencias piloto fuera de la comunidad. La primera de ellas se ha realizado en Gerona, donde se han trasladado alrededor de 10.000 ejemplares juveniles de margaritífera.

La segunda experiencia se está llevando a cabo en Álava, donde se han liberado almejas en una zona donde se tiene registrada una buena población de otra náyade autóctona.

La margaritífera auricularia es una de las cuatro grandes almejas de río que habita Aragón. Catalogada en peligro de extinción y considerada desde el año 2017 en situación crítica por la Conferencia Sectorial de Medio Ambiente, su situación ha empeorado drásticamente desde el año 2013, debido a la elevada mortalidad registrada en las principales localidades donde habita la especie: el Canal Imperial de Aragón y el de Tauste. En ambos cauces, se calcula que, en apenas cinco años, han muerto más de la mitad de los ejemplares. El mejillón cebra es uno de sus principales enemigos.

proceso complejo / La cría en cautividad de la margaritifera se encuentra entre las acciones prioritarias que recoge el plan de recuperación, aprobado por un decreto del Gobierno de Aragón en el año 2005.

El proceso de recuperación es especialmente complejo. En la época de reproducción se deben capturar y mantener temporalmente a los adultos en las instalaciones de cría, con el fin de obtener las larvas, que necesitan parasitar temporalmente las branquias de ciertos peces que reciben el nombre de hospedadores. Alojadas en estas branquias, las larvas sufren una metamorfosis que les lleva a convertirse en diminutas almejas, que se liberan de su hospedador y pasan a tener vida libre. Los moluscos liberado este año en el río Ebro estaban en esta fase.