El atropello mortal de Mireia Roselló ocurrido en la noche del pasado sábado en el paseo Echegaray y en el que resultó también gravemente herido su pareja, Baldo Perálvez, reabre el debate sobre la movilidad urbana en Zaragoza. A solo 24 horas de que el autobús urbano regrese a la nueva calle Don Jaime I, todos los ingredientes de la discusión sobre la nueva convivencia del peatón con los múltiples vehículos que comparten la escena urbana con él, se ponen sobre la mesa a raíz de un trágico siniestro.

Hacía once años que en la capital aragonesa no se alcanzaba la cifra de seis víctimas mortales en los más de 300 arrollamientos que se suelen contabilizar (que podrían ser más este año) y las explicaciones son diversas y, en ocasiones, contradictorias: ¿la nueva movilidad relaja la atención del peatón y eleva las distracciones o subestima la peligrosidad de los vehículos? La respuesta podría darse echando un vistazo a cómo han cambiado los hábitos de desplazamiento. Por un lado, la apuesta por los vehículos menos contaminantes conlleva que sean también más silenciosos.

Por ejemplo, era un bus híbrido lo que sesgó la vida de esta mujer de 47 años, nacida en Mollerusa (Lérida) pero que desde hace varios años vivía en el barrio del Arrabal. Por otro, está la eliminación de los bordillos, como ha sucedido en la calle Don Jaime I o en el 2012 en el Coso con la puesta en funcionamiento del tranvía. Todo ello ha creado un nuevo modelo de urbanismo, conocido como cota cero y que pone en la misma plataforma a los viandantes y a unos vehículos que a 20 kilómetros por hora también pueden matar.

A ello se suma que los actores de la escena urbana aumentan con el boom de los patinetes y los servicios de movilidad compartida que tienen en el centro de la ciudad su principal campo de batalla. ¿La estadística de accidentes es fruto de la casualidad? ¿Es solo una cuestión de civismo y educación vial?

DAÑOS PSICOLÓGICOS / La alerta es máxima, especialmente entre los profesionales del transporte público urbano, que han sido protagonistas en cuatro de los seis accidentes mortales de este año. Y avisan de que en ningún caso se debió a una imprudencia en la conducción y que ellos, sin perder la vida en esos siniestros, arrastran un daño psicológico considerable y para el resto de sus vidas. De hecho, según pudo saber EL PERIÓDICO, la conductora implicada en el accidente de Echegaray sufrió otra tragedia el año 2017.

Un anciano murió, después de que se abriera la puerta del bus de la línea 36 al ser golpeada por la silla de ruedas en la que iba su esposa. El vehículo estaba girando la rotonda de la plaza de la Ciudadanía. En declaraciones a este diario, algunos representantes de los conductores del bus de Avanza en Zaragoza explicaron que el lugar del atropello mortal, el giro desde el puente de Piedra a Echegaray, es un «punto conflictivo desde hace años». «A veces, sucesos así deberían hacerles pensar que quizá tenemos razón», argumentaron. Se referían a los responsables del servicio de Movilidad, a los que aseguran que «se les ha pedido en muchas ocasiones que lleven las líneas de bus por el puente de Hierro y prohíban la circulación por el de Piedra, porque la gente se mete en la calzada constantemente y es un peligro, y porque líneas como la 36 -que fue la que arrolló este fin de semana a dos viandantes- se ve obligada no solo a invadir el sentido contrario para ir en dirección a la plaza Europa, sino además, abrirse tanto en el giro, que es de casi 90 grados, que lo hace con una visibilidad casi nula», expusieron ayer.

La respuesta siempre ha sido la misma, desde la legislatura pasada y con independencia de quién gobierna (ahora es Zaragoza en Común y antes fue el PSOE): siempre han defendido, explicaron, «que supone realizar muchos más kilómetros al año y emplear más tiempo de recorrido para los vecinos de la margen izquierda». Estos, por su parte, nunca han ocultado la presión vecinal que ejercen frente al ayuntamiento.

No embocar su itinerario en línea recta hacia la calle Don Jaime I desde el puente de Piedra se ha entendido siempre como un agravio. «Pero al menos esos autobuses no tienen que girar con visibilidad nula», apostillaron los conductores. A pesar de ello, sobre la mesa está que, a partir de febrero, se ejecute una plataforma única en Echegaray similar a la de Don Jaime I.