El primer año de la X legislatura en las Cortes ha corrido parejo a la actuación del Gobierno cuatripartito, con dos partes bien diferenciadas antes y después del estallido de la pandemia: la búsqueda de cohesión en una amalgama de partidos con poco que ver a priori y la necesaria unión global para hacer frente a una catástrofe sin precedentes.

Los resultados, a falta de ver cómo se desempeña Aragón en la recuperación sanitaria, social y económica tras el virus, son lógicamente opuestos según el partido al que se consulte. Para Vicente Guillén, portavoz del PSOE, lo más destacable del ejercicio ha sido «la certidumbre» que el cuatripartito, sobre el que «había dudas», ha ofrecido a la sociedad, incluso frente a la covid-19. A su juicio, el número de proposiciones no de ley aprobadas (119, frente a 74 rechazadas), muchas de la oposición, demuestra que el Gobierno ha tenido «capacidad de diálogo», cristalizada sobre todo en la estrategia para la recuperación. Para la vuelta, confía sobre todo en poder aprobar la ley de financiación de la Administración Local, «fundamental» para los ayuntamientos.

La portavoz del PP, Mar Vaquero, está muy lejos de ver esa cohesión de la que presume Guillén. A su juicio, el cuatripartito, hasta el estallido de la pandemia, se estaba viendo obligado a alcanzar «acuerdos muy de mínimos» y «renunciar a sus proyectos» como partidos individuales para no herir susceptibilidades de los socios. Algo que, considera, «conduce al fracaso al Gobierno y a los aragoneses». Así lo intentaba hacer ver su partido, erigido en «la única oposición» en un parlamento con minoría más acusada, «con más partidos en el Gobierno que en la oposición», ya que considera a IU «alineada» con el Ejecutivo.

La situación en la pandemia, pese a su apoyo a la estrategia para la recuperación, les preocupa, porque a su juicio la DGA «actúa con opacidad y arbitrariedad» con medidas que eliminan los controles no ya de la oposición, sino del propio Consejo de Gobierno, Con la inestabilidad de la situación y el ejecutivo, vaticina que de aquí a diciembre «no veremos ni una sola ley aprobada». Y el PP dejó muy claro que, tras la estrategia, su papel seguirá siendo de oposición y control al Ejecutivo.

Para Daniel Pérez Calvo, portavoz de Ciudadanos, la X Legislatura ha llegado tan «absolutamente condicionada por el coronavirus» que, de hecho, «la legislatura empieza ahora». El líder de la formación naranja en Aragón observó escasa actividad parlamentaria por parte del Gobierno hasta diciembre, «aunque es verdad que se aprobaron los presupuestos», y cuando comenzaban a fraguarse consensos como la mesa del agua, llegó la pandemia y acaparó toda la atención, amén de destrozar el presupuesto.

Inestabilidades

Pérez Calvo descarta que el cambio de liderazgo nacional de su partido haya tenido que ver con una moderación en la manera de hacer oposición de su partido, que siempre ha sido «constructiva, no de apoyo al Gobierno», insiste. Admite que le «complace» algún cambio de rumbo del cuatripartido como la postura con la educación concertada o la reducción de la presión fiscal, aunque también le preocupa la influencia que pueda tener la «inestabilidad» de alguno de sus grupos, como Podemos. Sobre la que ha sufrido su propio partido este último año, con expedientes sobre reparto de cargos y manifiestas disputas internas, considera sin embargo que «no tiene tanta importancia como parece» y que el grupo parlamentario, al que muchos llegaron nuevos, ha aprendido a engranarse en la actividad parlamentaria.

Tampoco le han faltado cuitas internas a Podemos, que de hecho ha cambiado de líder en Aragón, de Nacho Escartín, destituido por Madrid, a Maru Díaz, recién elegida como coordinadora. Aunque en el último pleno se hizo patente que esto no acabó con las batallas.

Aun así, Escartín, que sigue como portavoz del grupo, considera que estas «disfunciones» no se han notado en la actividad parlamentaria, ni las que pueden surgir en el seno del cuatripartito. A su juicio, el parlamento aragonés, además de destacar en el trabajo durante la pandemia, frente a otros autonómicos, está «muy centrado» en los debates, como prueba el consenso en la mayoría de las iniciativas que se aprueban.

Este ha sido el primer año con Podemos en un Gobierno, y considera que su adaptación ha sido positiva y rápida, aportando desde dentro un plus de «defensa de los servicios públicos, sociales, sanitarios y educativos», que la pandemia ha demostrado fundamentales. Todo esto en un curso «claramente marcado por Vox, que ha introducido en el debate temas superados como la violencia machista o la libertad sexual».

El propio grupo de ultraderecha hizo recientemente balance de su primer año en las Cortes, a través de su portavoz, David Arranz, en el que se enorgullecían de ser «la voz de los aragoneses silenciosos y silenciados» que defienden «la unidad y soberanía de España, la vida, la familia, el papel de los padres y el no adoctrinamiento en la educación de nuestros hijos», o «la supresión de las leyes ideológicas y liberticidas». Así consideran por ejemplo a la Ley de Memoria Democrática de Aragón, cuya derogación es la única proposición de ley, rechazada, que han presentado. También se salieron de la mesa para la creación de la estrategia aragonesa para la recuperación, como hizo el partido a nivel nacional y en Zaragoza, alegando que debía ser tratada en las Cortes.

El pacto contra «la «extensión de las políticas de derecha y ultraderecha» ha sido, para CHA, una de las grandes claves de la legislatura, dejando aparte el coronavirus. Para el presidente de la formación y portavoz parlamentario, Joaquín Palacín, «el diálogo ha sido escencial entre los partidos del Gobierno y con otras fuerzas», para superar la pandemia. De hecho descartó que el cuatripartito haya aplicado el «rodillo» del que les acusaba el PP, ya que «muchas iniciativas han buscado el apoyo de todos los grupos, sobre todo en estos tres meses».

El aragonesista destacó que la actividad parlamentaria apenas se ha visto afectada, con un solo pleno suspendido, y confía en que cuando se retome se puedan abordar cuestiones fundamentales para su grupo como la reforma de la ley de vivienda.

Para Jesús Guerrero, del PAR, el relativo parón parlamentario fue especialmente inoportuno porque los grupos de Gobierno «habíamos hecho bien los deberes, con el PAR actuando como bisagra, cediendo la carga ideológica», para poder conformar el cuatripartito. «Los presupuestos se habían aprobado por primera vez antes del 1 de enero, con una potente carga social pero también económica, y cuando los estábamos accionando, en febrero, llegó el coronavirus». Aun así, afirmó, se ha seguido trabajando y «hemos alcanzado otra vez velocidad de crucero, con proyectos empresariales para fortalecer la economía».

La manera en la que esta se hará fuerte es una de las principales preocupaciones para IU. Su coordinador, Álvaro Sanz, reprocha que la recuperación se está haciendo «tomando como base lo que había en febrero», antes del virus, cuando «los aprendizajes del covid pasan por cambiar las prioridades», y acometer el «fundamental debate tributario», al que «Lambán se niega». Sanz advierte de que en el Gobierno de Aragón «no está habiendo lealtad» con los firmantes de la estrategia para la recuperación a la hora de implementarla, y seguirá reclamando que se apliquen leyes no desarrolladas como la de vivienda.