Ángel Gil Gallego está al frente del Clúster de Logística de Aragón (Alia) desde comienzos de este año. Este ingeniero de Organización Industrial y vicepresidente del Centro Español de Logística (CEL) conoce en profundidad un sector al que ha dedicado 25 años y en el que aglutina un importante bagaje tras pasar por compañías como BSH y Pikolin, entre otras. Su nombramiento como gerente de Alia se produce en un momento clave para la digitalización y automatización de la logística. No obstante, subraya que para que las empresas logren dar ese salto será vital impulsar la formación, pero también la colaboración entre la iniciativa pública y la privada. Gil confía en que los fondos europeos sean un estímulo para que Aragón ocupe el lugar que merece en España y en Europa.

¿De qué forma quiere impulsar el clúster de la logística en los próximos años?

El objetivo básico es potenciar al máximo el sector en Aragón a través de los asociados. Ahora somos unos 55, pero está habiendo bastantes incorporaciones. Ese impulso pasa por convertir Alia en el centro de referencia donde cualquier empresa con necesidades logísticas acuda para aplicar la mejor solución. Para ello hace falta la coordinación y colaboración publica-privada para poder canalizar las ayudas que van a llegar de Europa en los próximos años.

¿Con cuántos asociados espera cerrar el año?

El éxito del clúster no es que tenga muchos asociados. Lo importante es que los que estén tengan un entorno productivo. Cuantos más estemos, mejor, pero el objetivo es que los que estén participen, nos presenten proyectos en materia de inversión, de formación o de cualquier otra índole. Alia debe ser un clúster operativo, no decorativo.

¿Qué espera el sector aragonés de Europa?

Muchas de las ayudas que vendrán de Europa van en la línea de la digitalización de la logística. Habrá muchas ayudas y serán muy variadas. Alia pretende canalizar las, ver los proyectos que tienen los asociados y también ayudar a elaborar esas iniciativas. Para la logística llegará mucha financiación porque, como ha demostrado la pandemia, es fundamental para el desarrollo de la sociedad. Si no se hubieran abastecido los supermercados y los hospitales, por ejemplo, esto hubiera sido un auténtico caos. La importancia de la logística también ha quedado demostrada con el temporal Filomena.

¿Existe algún proyecto relevante que se esté fraguando en Aragón en el sector?

Tenemos que articular proyectos de un mínimo de 40 millones de euros y estamos todavía en ello. Son manifestaciones de interés que podrían ser susceptibles de ser receptoras de ayudas a través de proyectos concretos. El denominador común de las ayudas es la digitalización, la descarbonización, la igualdad de oportunidades y la sostenibilidad.

¿Qué potencial presenta Aragón para ser receptora de las ayudas?

Tenemos que ser capaces entre todos (instituciones, organizaciones, empresas, clúster...) de potenciar lo que ya tenemos. Con eso ya es muchísimo. Estamos a 300 kilómetros de los principales puntos de consumo de España. Eso es muy relevante como hub logístico, tanto desde el punto de vista de carreteras como desde la perspectiva ferroviaria y de conexión con los puertos. Podemos ser un nudo donde recibir tráfico desde Algeciras, conectar el Cantábrico con el Mediterráneo y conectarnos con Europa. Por no decir que tenemos el mayor aeropuerto de carga de cargueros de España. Nadie tiene ese potencial en España.

¿Si existe ese potencial por qué no se desarrolla?

Tenemos que acabar de empujar todos en la misma dirección. Los gobiernos han apostado, las empresas también, pero nuestro mayor déficit es el peso relativo que tenemos respecto a nuestros competidores, que son Cataluña y el País Vasco. Tenemos que situarnos en el mapa a nivel nacional y tener más peso.

¿Y por qué no se tiene?

Bueno, ¿qué pintamos nosotros en Madrid y que pintan País Vasco y Cataluña, que son dos auténticos monstruos? Las decisiones en infraestructuras condicionan la pontencialidad de Aragón dentro de la logística.

¿Qué se puede hacer desde la perspectiva interna?

Nos queda ahondar en el reto de la digitalización y la automatización porque la gran mayoría de empresas son pymes. Y están muy lejos de tener un alto nivel de digitalización, aunque paradójicamente estas pymes tendrán que luchar contra gigantes como Amazon o El Corte Inglés. Ahí hay una oportunidad importante de mejora en digitalización, pero para ello hace falta, primero, una concienciación y una formación. Muchas pymes no acceden a estos niveles de digitalización por falta de formación y de inquietud. El sector sobrevive al día a día, ya que trabaja con márgenes muy justos.

¿De dónde debe partir esa formación?

Se debe generar a través de una concienciación del sector. En Aragón hay 20.000 empleos ligados a la logística y el abanico de posibilidades de encontrar empleo es inmenso, pero hay plazas libres en las escuelas de formación profesional. Los puestos logísticos los ocupa el personal reconvertido de otras ramas (Ingeniería, Económicas, Derecho...). Esa formación no está reglada porque no hay una concienciación al respecto. Hay FP de logística y transporte, pero prácticamente no hay oferta universitaria. La formación es el primer paso para ser punteros en el sector logístico y desde Alia queremos potenciar eso y ayudar a las empresas a través de la oferta formativa que existe.

¿Habría que hacer un esfuerzo por impulsar una mayor concentración en el sector para ser más fuertes?

Yo la veo lejana y difícil de conseguir. Los niveles de atomización son muy elevados. El clúster ofrece información y servicios y queremos ejercer ese papel de aglutinar esfuerzos.

¿Cuánto se juega Aragón en materia logística con las ayudas europeas?

Si no presentamos proyectos no habrá dinero. Si articulamos proyectos brillantes nos darán fondos. Desde los clúster estamos tratando de articular esas iniciativas. En Alia hemos invitado a empresas a participar en esa manifestación de interés y aún estamos esperando contestación. Nos falta empuje porque deberían ser las empresas las que nos incentiven para presentar proyectos.