La explosiones de gas en los hogares son algo «excepcional». La prevención es la mejor manera para evitar riesgos innecesarios. Madrid sufrió el pasado miércoles por la tarde una deflagración supuestamente por un escape de este tipo, que destruyó gran parte de un céntrico edificio religioso y provocó la muerte de cuatro personas. Aunque las causas del accidente todavía se investigan, los técnicos y expertos aprovechan para concienciar a la ciudadanía sobre la importancia de no descuidar las revisiones periódicas de la caldera y hacer un buen mantenimiento de los equipos.

Recuerdan también que sólo pueden ser manipuladas, revisadas y mantenidas por empresas y operarios habilitados por la autoridad competente, en el caso de Aragón, el Departamento de Industria de la DGA.

«Las calderas de gas son seguras si se cumplen las revisiones», asegura Rafael González, especialista en instalaciones de edificios y miembro del Colegio Oficial de Ingenieros Industriales de Aragón (COIIAR). Recuerda que este tipo de instalaciones están sometidas a una normativa «exhaustiva» y «abundante» que regula y controla «el antes, el durante y el después» del montaje, con especial atención a cuestiones como que haya «buenas ventilaciones» para evitar que se produzcan concentraciones de gas. «Si todo esto se cumple, es casi imposible que haya una explosión. Un accidente siempre puede ocurrir, pero la probabilidad es bajísima», sentencia.

No existe un control «escrupuloso»

La revisión de las calderas de gas domésticas (cuya potencia es menor a 70 kW) es obligatoria y sirve para verificar su eficiencia energética, es decir, que las emisiones de la misma sean las correctas. Es un trámite de vital importancia para el correcto funcionamiento del equipo y, por lo tanto, para garantizar la seguridad y confort de los habitantes de la vivienda. Por ley, según el reglamento de las instalaciones térmicas en los edificios (RITE), el usuario debe hacer este chequeo cada dos años.

González lamenta, sin embargo, que no existe «un seguimiento escrupuloso» por parte de la Administración sobre el cumplimiento de estas revisiones, que recomienda hacer cada año. La norma también indica que si el fabricante de la caldera de gas lo especifica en el manual de mantenimiento, la periodicidad se puede reducir. Muchos de ellos aconsejan hacerlo anualmente para asegurar el correcto mantenimiento del equipo, ahorrando combustible y alargando la vida útil del aparato.

El propio usuario es el encargado de solicitar la revisión, sin esperar a que la empresa contratada se lo comunique. El precio es libre, pero, según un estudio de la organización de consumidores OCU, la media de los contratos de mantenimiento se sitúa en 150 euros al año.

Por otra parte, las instalaciones de gas natural de un edificio --básicamente, las canalizaciones-- deben pasar una inspección obligatoria cada cinco años, pero en este caso es la empresa distribuidora (Redexis en Aragón) la responsable de llevarla a cabo. La compañía comunicará a la propiedad por escrito las fechas aproximadas en que debe hacerlo.

Las estadísticas oficiales en materia de seguridad y calidad industrial atestiguan que el gas es una fuente de energía segura, ya que el número de siniestros es muy bajo en relación a los 13 millones de usuarios que tienen en España instalaciones domésticas de este tipo. En Aragón, el 41% de los consumidores calientan sus viviendas con esta fuente de energía, que en los últimos 25 años se ha convertido en la predominante, desplazando al gasóleo por ser una energía más limpia, eficiente y barata. «Es excepcional que se produzca un accidente», reiteran desde la Asociación de Empresas del Sector de las Instalaciones y la Energía (Agremia).