Un informe pericial elaborado por Deloitte ya alertaba en marzo del 2019 sobre posibles irregularidades contables en la gestión de Arento, el gigante agroalimentario que presentó concurso de acreedores en marzo del 2020 tras acumular una deuda de unos 100 millones. Pero quizá ya era tarde. La situación era de tal gravedad que en julio del 2020 se dictó el auto de liquidación, lo que dejó un reguero de acreedores en las entidades financieras, las cooperativas socias, empresas de todo tipo y diversas entidades públicas y privadas. Las respuestas a las causas que llevaron al hundimiento del grupo se encuentran, en buena medida, en el informe elaborado por la consultora cuando la sociedad cooperativa ya había entrado en coma.

Deloitte refleja en este estudio, al que ha tenido acceso EL PERIÓDICO DE ARAGÓN, que existen indicios de «manipulación de existencias» porque detecta que se incrementó «de forma ficticia» el valor de las mismas en el balance. También descubrió que se produjo en la última década «el traspaso de determinados gastos del ejercicio a cuentas del activo para diferir su impacto en la cuenta de resultados». El informe, además, ve probable que se llevaran a cabo «traspasos de resultados a través de ventas no reales de productos o facturación de servicios no existentes».

Las irregularidades, de las que Deloitte sospecha, tras realizar entrevistas a los empleados de la sociedad y acceder a las actas de Arento, no acaban ahí, ya que pudo existir una contabilización de rápeles sobre compras a final del ejercicio «sin que previamente existiera un acuerdo para conceder este tipo de descuentos». La modificación en el periodo en el que se registran las ventas y las compras es otra de las deficiencias detectadas en el informe elaborado por la consultora, de forma que «no coinciden el devengo y el registro contable de las operaciones».

El informe, que se elaboró cuando Arento comenzaba a escribir las últimas páginas de su historia, relata que las presuntas irregularidades se habrían producido en las sociedades Arento, Nutrigal, AIC, Corporacion Financiera Arento, Lozano y Sémolas Cinco Villas (ver gráfico). Y todas ellas en determinados ejercicios entre el 2007 y el 2016, es decir a lo largo de casi una década.

En el ojo del huracán

Una de las personas señaladas es Luis Navarro, consejero delegado del grupo entre el 2008 y el 2018, aunque antes ocupó el puesto de gerente. El informe subraya que las presuntas irregularidades vendrían se llevaron a cabo para «mantener o conseguir financiación para la sociedad y para mantener la posición» de Navarro en el grupo Arento. Su salida de la entidad se produjo en diciembre del 2017 cuando el grupo planteó una profunda reestructuración y acometió un plan de refinanciación para tratar de reflotar la sociedad. De hecho, el informe fue encargado por el Consejo Rector que se hizo con las riendas de la sociedad tras identificar posibles irregularidades.

Por entonces Arento ya comenzaba a desangrarse. El grupo sumaba poco más de 30 cooperativas tras contabilizar alrededor de 100 socios y más de 20.000 agricultores y ganadores tan solo unos años atrás. La sociedad, que se dedicaban al producir cereal y carne porcina, también comercializaba carburante y participaba en el sector de lao fertilizantes y fitosanitarios. En sus tiempos dorados, Arento tenía dos centros productivos, 23 gasolineras y generaba un total de 130 empleos directos y 850 indirectos. Hoy apenas quedan 80 trabajadores.

La nefasta gestión está detrás del ocaso del gigante agroalimentario, tal y como reflejan las actas entre enero del 2013 y diciembre del 2017 a las que tuvo acceso Deloitte. La consultora también realizó una copia del buzón del correo electrónico corporativo de Luis Navarro y se analizaron un total de 1.081 documentos. Las conclusiones señalan que los miembros del Consejo Rector «no habían sido informados acerca de las presuntas irregularidades contables».

Sin dirección

La historia del fracaso de Arento, no obstante, se pudo deber a varios factores. Entre ellos, el hecho de que no existió un responsable general del área de contabilidad y administración de Arento hasta que Alfonso Campo pasó a ser responsable de Administración y Finanzas del grupo en el 2015. En cambio, cada sociedad tenía su propio responsable que se encargaba de elaborar los cierres contables y de preparar la documentación a los auditores. El problema es que, según Deloitte, cuando había pérdidas en las sociedades, el consejero delegado, Luis Navarro, señalaba que eso no reflejaba la realidad de la empresa. Para que el resultado fuera positivo ordenaba realizar ajustes contables. Eso sí, siempre eran indicaciones verbales, nunca por escrito y correo. Así se operaba. Y hoy, Arento ya no existe.

Algunos de los responsables sí conocían las tretas de la contabilidad

El informe de Deloitte señala a algunas personas que, presuntamente estaban al corriente de las irregularidades. Son Luis Navarro, director general del grupo desde el 2000 hasta el 2017; Alfonso Campo, que se incorporó en Arento Corporación Financiera en el 2013 y es responsable de Administración y Finanzas desde el 2015 y director general desde febrero del 2018; y María Jesús Cólera, responsable de Administración y Contabilidad desde 1998 hasta hoy. Manuel Gómez (director de Operaciones en Nutrigal), Fernando Cunchillos (responsable de Contabilidad en Nutrigal) y Tomás Ibáñez, Jesús Montreal y José Luis Pemán, todos directivos de Arento Industrias Cárnicas.