Se hizo famoso en el 2005 cuando Aquarius le hizo protagonista de un anuncio sobre esta comunidad, pero ayer Justo Gallego, de 95 años, fue reconocido por su pueblo, Mejorada del Campo, por levantar con sus propias manos, durante 60 años, una catedral erigida a la devoción de la Virgen del Pilar. Es el segundo templo (está sin consagrar) de estas magnas características ofrecido a la Patrona de la Hispanidad en España, aunque en otras partes del mundo cuenta con templos con su nombre. Uno de los más importantes está en la mexicana ciudad de Puebla.

Esta catedral tiene más de 4.700 metros cuadrados, está construida casi en su totalidad con material reciclado y 35 metros de altura. Todo ello sin planos, ni preparación, ni ayuda, solo la voluntad Justo Gallego de agradecer a la Virgen del Pilar tras curarse de una tuberculosis. Este domingo el alcalde de la localidad en la que se ubica, Jorge Capa, le hizo hijo predilecto y le anunció que quieren que el edificio sea declarado Bien de Interés Cultural (BIC). Un reconocimiento muy diferente al que, por ejemplo, las administraciones y autoridades aragonesas dan a la conocida como Casa de Dios de Épila, realizada por Julio Basanta y que murió en el 2018. Pese a ser considerada una de las creaciones «más importantes» del llamado Arte bruto está abandonada y busca mecenas ante la indiferencia del Gobierno de Aragón. En la comunidad también destaca la Casa de Cristal de Félix Sampériz construida con botellas de champán en Monesma de San Juan, cerca de Barbastro.

Gracias a Justo Gallego y su Catedral a la Virgen del Pilar el municipio de Mejorada, a 20 kilómetros de Madrid, ha traspasado fronteras y ha recibido la visita de multitud de personas interesadas en admirar su construcción, tanto turistas como medios de comunicación de todo el mundo, con el beneficio que ello supone para Mejorada a nivel artístico, cultural y turístico. Además, el Museo de Arte Moderno de Nueva York (MOMA) expuso fotografías de esta obra.

Durante el reconocimiento, Justo expresó su agradecimiento por el homenaje: «estoy muy orgulloso de dejar algo para el Señor y para todo el mundo, para los que me quieren y para los que no». Justo era un clérigo que fue expulsado del monasterio cisterciense de Santa María de Huerta, en Soria, por estar enfermo de tuberculosis pero nunca dejó su dedicación a la fe cristiana. Al margen de la organización y el apoyo de la Iglesia Católica, impulsó esta construcción dedicada a Dios y a la Virgen, en agradecimiento por salvarse de la enfermedad. La financió con su patrimonio familiar y también con donaciones privadas.

Por el momento no es un templo cristiano porque no está consagrado, si bien Justo Gállego sigue con la obra en la que ahora, por su edad, trabajan voluntarios. Cuando esté terminada, Dios dirá, o la Virgen del Pilar.