Aragón comparte patrón con decenas de ciudades, países e iglesias. Y es que San Jorge, el soldado romano mártir de la fe cristiana al que las leyendas atribuyen también la derrota de un dragón, es venerado internacionalmente. Europa, el sur de Asia, algunos puntos de África y América Latina… San Jorge viene a ser la versión medieval de lo que hoy es un instagramer.

Los historiadores sitúan el incremento de su popularidad en la Edad Media y constatan que el personaje gozó de amplia difusión ya entonces. Su nacimiento se sitúa a mediados del siglo III y se da por estandarizado su fallecimiento el 23 de abril del año 303. Según las fuentes, fue hijo de un oficial del ejército romano llamado Geroncio, entró a formar parte de la guardia personal del emperador Diocleciano y posteriormente fue ejecutado por orden de este mismo emperador con motivo del inicio de las persecuciones cristianas.

Su popularidad se disparó durante las cruzadas, concretamente, en la conquista de Jerusalén San Jorge se convirtió en objeto de devoción por parte de algunas órdenes, como la de los templarios. En lo que compete a Aragón, el episodio más rememorado es el de la leyenda que relata que San Jorge descendió de los cielos a caballo para ayudar a Pedro I en la reconquista de la Taifa de Zaragoza en el año 1096. Insufló ánimo a las tropas cristianas y seis meses después lograron conquistar Huesca. De hecho, en honor a este episodio, conocido como la batalla de Alcoraz, el escudo aragonés luce las cabezas de cuatro reyes moros en uno de sus cuarteles y es un día en el que los oscenses acuden al cerro que lleva su nombre.

Para ver a San Jorge convertido en patrón de Aragón, hubo que esperar sin embargo al año 1461, momento en el que según el historiador Guillermo Redondo las Cortes hicieron oficial el patronazgo de San Jorge.

Una de las primeras decisiones tomadas por el primer presidente de Aragón tras el franquismo, Juan Antonio Bolea Foradada fue decretar el 23 de abril como el Día de Aragón. Ocurrió en el año 1978.

La bandera y el escudo de Aragón, símbolos por excelencia de la comunidad autónoma, vienen descritos en el artículo 3 del Estatuto de Autonomía en vigor. La bandera es la tradicional con cuatro barras rojas horizontales sobre fondo amarillo, cuyos orígenes se remontan a la segunda mitad del siglo XII, cuando el entonces rey Alfonso II de Aragón comenzó a utilizar este distintivo heráldico en todos sus dominios.

Los investigadores han investigado mucho al respecto y, a través de la lectura de textos árabes, se sabe que al menos desde finales del siglo XI los reyes de Aragón utilizaban algún tipo de bandera. Así se desprende de un texto, el Kitab al-Iktifa, en el que se relata que en la época de gobierno del rey Sancho Ramírez (1064-1094) las tropas cristianas se aglutinaron bajo sus banderas, aunque no se ofrece ningún tipo de detalle sobre su formato. Posteriormente, abundan las referencias a los blasones reales en los libros, pero nada se dice de los símbolos que los decoran o sus colores hasta el reinado del mencionado rey Alfonso II. A partir de ese momento del siglo XII es cuando la tradicional bandera con las barras representa a la monarquía aragonesa.

¿Por qué unas barras? Los historiadores no pueden dar una explicación firme al respecto, pero hay consenso en torno a la idea de que las barras, también llamadas bastones o palos, del Reino de Aragón están vinculadas con la Santa Sede desde antes incluso del reinado de Alfonso II. En los documentos que del Pontificado se expedían había unas cintas (llamadas lemniscos) de seda roja con hilos de oro con los que se sujetaba el sello del Papa. Se baraja la hipótesis de que el rey de Aragón adoptó esos colores papales como propios en memoria del especial vínculo con la Santa Sede. De hecho, a finales del siglo XI, el rey Sancho Ramírez (1064-1094) era el único soberano cristiano de la Península Ibérica que gozaba del privilegio de estar bajo la especial protección del Papado.

En el caso de la comunidad autónoma de Aragón, la bandera incluye el escudo para diferenciarla de la de Cataluña, ya que el estatuto de autonomía catalán se aprobó tres años antes que el aragonés, en 1979, y ya adoptó la tradicional señera de barras rojas sobre fondo amarillo como bandera oficial. Aragón tuvo que hacer ese ligero cambio e incluir el escudo para diferenciarse. Pero las cuatro barras son la bandera de muchos de los antiguos territorios de Aragón o de lugares

El valor de estos símbolos es tal, que en el año 1984 se desarrolló una ley específica, la Ley 2/1984, de 16 de abril, sobre el Uso de la Bandera y el Escudo de Aragón en la que, entre otras cuestiones, se especifica el lugar que debe ocupar cuando ondea junto a otras como la española. No obstante, como ocurre con todo símbolo, hay margen para la actualización. La comunidad aragonesa ha albergado exposiciones centradas en la bandera y el escudo como leitmotiv en las que se abrían nuevos caminos interpretativos relacionados con la nueva realidad aragonesa. Algunos ejemplos: ¿por qué no relacionar el emblema del Sobrarbe con un homenaje al medio ambiente y el medio natural? ¿o por qué no entender que las cabezas de moros pasan a mostrar, promover y ensalzar el fenómeno de la inmigración y la diversidad cultural de la comunidad autónoma? Los símbolos también están vivos y son susceptibles de actualización. Ese es el mensaje que desde hace tiempo está encima de la mesa.