El Primero de Mayo vuelve a la calles. Tras el paréntesis de la pandemia, que ha asolado el país en todos los aspectos y cuyas derivadas han hecho estragos en el mercado laboral, los partidos y los poderes públicos volverán a sentir el aliento de los trabajadores en el cogote, mascarilla mediante y dejando que corra el aire. Eso pretenden conseguir los dos principales sindicatos, Comisiones Obreras (CCOO) y la Unión General de Trabajadores (UGT), a partir de este sábado con las marchas y concentraciones convocadas en cuatro ciudades y poblaciones aragonesas y en medio centenar de lugares de toda España en una jornada con una fuerte carga reivindicativa. 'Ahora toca cumplir: un país en deuda con su gente trabajadora' es el lema elegido esta vez para las movilizaciones, que tienen como objetivo prioritario la recuperación de la agenda social aparcada por la crisis sanitaria. Reclaman para ello un nuevo marco laboral que haga frente a la pandemia del empleo precario y del paro, que se está cebando especialmente entre colectivos como los jóvenes, los mujeres o los extranjeros.

Pasado más de un año desde el estallido del covid, la fotografía del mercado laboral del antes y el después poco se parecen. La comunidad autónoma cuenta ahora con 15.700 ocupados menos sobre una población trabajadora de 566.500 personas y con 8.600 parados más, hasta alcanzar los 78.000 desempleados, según los datos de la Encuesta de Población Activa (EPA) publicada el pasado jueves por el Instituto Nacional de Estadística (INE).

El desánimo predomina en la búsqueda de empleo, como así lo refleja la caída de la población activa (en disposición de trabajar) que también se ha registrado en el último año, formada actualmente por 644.400 aragoneses, 7.000 menos que en marzo del 2020. 

Otros 12.838 empleados siguen inmersos en un erte en el presente mes. La mayor parte llevan en esta situación de manera crónica desde que comenzó la pandemia y casi la mitad pertenecen a la hostelería, uno de los sectores que más ha sufrido las restricciones sanitarias aplicadas para luchar contra el virus.

Brechas de género y edad

A diferencia de la crisis del 2008, donde la construcción fue uno de los sectores que saltó por los aires con el estallido de la burbuja inmobiliaria, la crisis del covid está encontrando sus principal víctima entre las mujeres. Ellas representan el 95% del incremento del paro que se ha producido en el último año en Aragón y más del 80% de los empleos destruidos en este periodo. Esto ha hecho que haya escalado con mucha mayor intensidad la tasa de desempleo entre las trabajadoras, hasta el 14,6% registrado en este primer trimestre, frente al 9,9% de los hombres. Se trata de una brecha próxima a los cinco puntos porcentuales (4,7), que se ha ensanchado casi tres puntos (2,7) desde que el covid irrumpió en nuestras vidas.

Los estragos laborales de la pandemia también van por edades. Los jóvenes y los más mayores se han llevado la peor parte. Los menores de 30 años representan el 21,3% (18.334 personas) de los 85.882 parados que hay registrados en las oficinas del Inaem (Instituto Aragonés de Empleo), mientras que los mayores de 50 años suponen otro 36,1% (31.020), según los últimos datos del Servicio Público Estatal de Empleo (SEPE) correspondientes al mes de marzo. El peso de ambos en el total de desempleados no ha hecho más que crecer desde que comenzó el covid, dadas sus crudas perspectivas en el mercado de trabajo. 

En el caso de los mayores de 50 años, el desempleo se está cronificando. Pues más de la mitad lleva más de un año sin encontrar un empleo. Unas altas tasas de desempleo de larga duración que, en muchos casos, se arrastran ya de la anterior crisis.

El conflicto agrario

La población extranjera es otro de los colectivos donde más golpeados por los zarpazos laborales derivados de la pandemia. Las dificultades para encontrar empleo o el riesgo de perderlo son mayores entre las personas que proceden de otros países. La tasa de paro en este colectivo ha escalado hasta el 23,5% en el primer trimestre del año, más del doble que entre la población autóctona (9,8%). La diferencia ya existía antes del coronavirus pero que se ha ampliado en el último año.

Uno de los principales campos de batalla de los sindicatos en los últimos años está siendo el sector agrario, en cuya mano de obra tiene un elevado peso los trabajadores extranjero. UGT y CCOO denuncian el bloqueo del convenio de Zaragoza por la negativa de la patronal de aplicar el salario mínimo interprofesional (SMI), algo que fue avalado por una sentencia judicial que ha sido recurrida por la organización agraria UAGA.

El sector más golpeado por el impacto de la pandemia y las restricciones ha sido el de servicios, con 10.300 empleos destruidos en el último año, buena parte de ellos en la hostelería y el turismo. Pero mientras esta actividad se encamina a la recuperación, ante el progresivo levantamiento de las limitaciones que se espera con el avance de la vacunación, hay otro donde se han disparado todas las alarmas: la industria.

En este caso, los problemas no derivan de la lucha contra el virus, sino de la falta de los semiconductores, unos microchips que se producen en Asia y cuya escasez está generando quebraderos de cabeza en numerosos fabricantes. Los efectos en el empleo ya se están dejando sentir en forma de ertes y la rescisión de contratos temporales y eventuales, como ocurre sobre todo en el sector del automóvil.

Rearme sindical

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CCOO y UGT salen a la calle este Primero de Mayo tras un año de pandemia en el que han visto reforzado su papel como agentes sociales pactando hasta siete acuerdos con Gobierno y patronal, y contribuyendo a proteger hasta a 3,5 millones de trabajadores (más de 150.000 en Aragón) bajo el mecanismo de los erte.

Los sindicatos atraviesan una nueva etapa tras los peores años vividos durante el Gobierno de Mariano Rajoy, no solo por la ausencia de diálogo social que dio lugar a reformas unilaterales en el ámbito laboral y de pensiones, sino también por varios casos de corrupción que empañaron su imagen.