El presidente de la Asociación Aragonesa de Psicopedagogía, Juan Antonio Planas, asegura que el covid dejará una señal duradera en la población. «Quedaremos muy marcados. No se puede generalizar, pero esto no es una crisis más, sino una crisis de mucha envergadura, con tanto aislamiento y distanciamiento. Esto pasa factura. Los humanos somos seres sociables», recuerda antes de explicar que cambiarán «algunas costumbres» porque no se va a vivir un final en seco. «Es un túnel del que vamos a salir poco a poco, y eso en el caso de que el covid desaparezca del todo. Aunque si este virus desaparece del todo, vendrá otro», analiza con tajante sinceridad.

De las crisis hay que sacar las oportunidades, afirma Planas. «Y lo que nos ha enseñado esta es la importancia del cuidado del medio ambiente. También debe servir para que reconozcamos la trascendencia de las relaciones personales, para darnos cuenta de lo que cuesta ganarse cosas como la libertad o la autonomía, y la importancia que tienen sistemas como el educativo o el sanitario. Ahora hay que aprender y saber que se ha despilfarrado en algunas cosas en vez de atender a las más importantes. Es hora de que se oiga la voz de científicos, profesores o médicos. A esos hay que hacerles caso y no a otros a los que se escuchaba años atrás», deja caer sin hacer referencia directa a los personajes televisivos.

«Hay que preocuparse más de la salud mental, el seguimiento de los pacientes debe ser cotidiano. Hace falta una inversión de verdad en sanidad y en educación. La pandemia nos ha desnudado las carencias», concluye Planas, «optimista» con la recuperación: «Se acerca el final, estoy seguro de que habrá más consumo y un crecimiento importante de la economía». O lo que es lo mismo, «más alegría».

«Miro al futuro con más miedo que otra cosa»

«Miro al futuro con más miedo que otra cosa», resume el epidemiólogo Nacho de Blas. Se refiere al futuro inmediato, claro. Al de hoy, al de mañana. De aquí a un mes. «Parece claro que la gente va a salir a saco, que van a ir a la montaña, a la playa, a todos lados. El efecto del final del cierre perimetral lo veremos en dos semanas más o menos», asegura el veterinario, en ascuas por la situación. «Todavía hay llamas. Sabemos que los bomberos solo dejan el incendio tras cerciorarse de que no queda ni un rescoldo. Aquí estamos igual. La gente está cansada, dicen, pero por aguantar un par de semanas más no pasa nada».

«Ya sabemos que cualquier retraso a la hora de tomar una medida se nota en que las consecuencias son mayores», explica De Blas, que recomienda fijarse «en los grupos de edad que tienen mucha movilidad y conexiones sociales, sobre todo de 15 a 24 años» y recuerda que habrá que estar muy atento al decaimiento del toque de queda, «que puede propiciar un aumento de las reuniones en las casas por la noche, sobre todo en la capacidad de transmisión que tienen algunos jóvenes, que se sienten invulnerables». 

No son los únicos peligrosos. «A partir de los 35 años está la gente que tiene segundas residencias, que son los que se mueven más en desplazamientos y a los que también habrá que prestar atención». Dice el veterinario, preocupado también por el debate jurídico: «Da la impresión de que algunas medidas va a haber que pelearlas tanto ante el juez que cuando las concedan el mal estará hecho».