Marina Valle ha tenido que volver a la búsqueda activa de empleo. Esta barcelonesa de 33 años --los últimos cinco viviendo en Zaragoza-- ha estado un año completo en un erte que se acabó convirtiendo en un ere con el cierre definitivo de la empresa en la que trabajaba, Oion Bussines. Esta firma, que llegó a emplear a más de 1.000 trabajadores, trabajaba en exclusiva para el despacho Arriaga Asociados, conocido por las demandas bancarias, pero en los últimos años el volumen de trabajo se fue desplomando hasta acabar en la quiebra, un final que ha coincidido con la pandemia y que ha dejado en la calle a 133 trabajadores.

La joven, que se ha especializado en labores de gestión administrativa, ha tratado de no desaprovechar en este tiempo de transición y prepararse para nuevos retos profesionales. «A finales de marzo de 2020 nos fuimos al erte, al principio no sabíamos que iba a a pasar, si sería algo temporal, pero las cosas no pintaban bien en la empresa», explica. Tras el verano, al ver que la suspensión de empleo se prolongaba y que la vuelta al trabajo se antojaba difícil, empezó a formarse haciendo uso de la amplia oferta formativa con que cuenta el Instituto Aragonés de Empleo (Inaem).

Desde entonces ha hecho tres cursos. El primero fue en otoño, sobre Excel avanzado, a los que luego le siguieron uno sobre un programa informático de nóminas y otro de contabilidad. Todos ellos de manera online, como mandan los tiempos.

«He tratado de no estar parada y formarme para tener habilidades y mejores competencias. Si no, te acabas oxidando», explica Valle, que lleva tres meses en el desempleo. Dibuja su futuro fuera de Aragón debido a motivos laborales de su pareja y se muestra pesimista con lo que va a encontrarse: «buscar trabajo ahora es complicado. Estamos en plena crisis y no creo que esto cambie de la noche a la mañana». Lo que percibe es que el empleo es «cada vez es más precario» y teme tener que asumir «peores» requisitos, salarios y horarios.