Son las once de la mañana de un viernes cualquiera en el barrio zaragozano de San José. Allí, en el Centro de Día Luis Aula, 22 usuarios repiten atentamente la ordenes de su fisioterapeuta Elena en la sala principal de este equipamiento abierto en 2006, uno de los 215 con los que cuenta Aragón -47 centros de día propiamente dichos y 168 residencias con el servicio de estancia diurna- y que ofertan cerca de 4.000 plazas.

«Los centros de día son espacios para trabajar la autonomía de las personas que tienen algún grado de dependencia y retrasar su deterioro. Prestan una atención centrada en las personas en un entorno seguro y con todas las garantías gracias al avance de la vacunación», explica la consejera de Ciudadanía y Derechos Sociales del Gobierno de Aragón, María Victoria Broto. «Son un recurso especializado fundamental, sobre todo, para retrasar la institucionalización de las personas mayores en una residencia. A ellos les interesa mantener su convivencia en casa, ya sea acompañados o solos, el mayor tiempo posible», añade la directora del Centro de Día Luis Aula, Carlota Menéndez.

Prevenir el deterioro tanto físico como cognitivo es el objetivo prioritario. Una finalidad anclada en la rehabilitación, el cuidado, la adaptación individual y el bienestar. El servicio de una residencia pero con la ventaja que al final del día los mayores duermen en su hogar. Se trata de una atención integral desarrollada por un equipo conformado por diferentes especialistas: enfermería, fisioterapia, trabajo social, terapia ocupacional, profesionales especializados en gerontología.

Los usuarios de los centros de día reciben una atención personalizada. ANDREEA VORNICU

Atención individual

El trabajo de este espacio se basa en el Plan de Atención Individualizado. Tras un primer mes de adaptación y la realización de diferentes escalas, el centro junto a los familiares establecen un planning a nivel de objetivos, horarios y actividades. «Subimos al gimnasio para trabajar de forma individual. Dependiendo de los objetivos que nos hemos planteado, cada uno realiza unas actividades en función de su patología», comenta la terapeuta ocupacional del centro, Susana Luciente.

Además, se llevan a cabo seguimientos mensuales y una revisión anual para comprobar el cumplimiento de las metas. Un proceso en el que prosigue la interacción diaria con las familias a través de una agenda en la se informa de las actividades realizadas, siendo algunas de las básicas desayuno, comida, merienda, aseo, curas, y medicación, a los que se añaden los servicios de podología y peluquería.

Reeducación de la marcha, psicoestimulación, estimulación sensorial, reeducación del equilibrio, psicomotricidad, fichas o reminiscencia son algunas de las herramientas que el equipo utiliza para mantener la autonomía en la población mayor. «Tienen ejercicios específicos según su nivel de dependencia y lo que nos interesa promover», comenta la fisioterapeuta del Centro de Día Luis Aula, Elena Virtud. Aunque, «luego también hacemos gimnasia todos porque les gusta estar juntos».

Estos espacios también ofrecen servicios como los de podología. ANDREEA VORNICU

Satisfacción de los usuarios

Porque los centros de día ofrecen calidad de vida. La satisfacción con este servicio encuentra su garantía en las palabras de los usuarios. «Yo a cualquiera le puedo decir que esto es estupendo, lo mejor que pueden hacer porque aquí vienes y te quitas las penas», declara contento Antonio Andrés, quien tan solo lleva una semana en el centro, tiempo suficiente para saber que ha sido la decisión correcta. A este hombre de 89 años le pilló «la vaquilla», como llama él al ictus que sufrió, y por ello, «como tengo que mover todo, me va bien todo». Ahora, Antonio acompaña a su mujer María Luisa, ya usuaria. Menéndez lo resume claramente: «Supuestamente parece que no les queda mucho por hacer y descubres que al contrario, que están todo el día, desde la mañana hasta las seis de la tarde haciendo cosas».

También se trabaja a nivel de ocio y entretenimiento con diferentes actividades, como manualidades, bingos, cine fórums, charlas sobre juegos de «los de antes» y un largo etcétera al que se suman las diversas fiestas que disfrutaban los usuarios antes de la pandemia y que Milagros Monreal, veterana del centro de día con tres años como usuaria, espera que vuelvan pronto. Mientras tanto, no le faltan pasatiempos. «Pinto, recorto, dibujo, hago punto, salgo mucho a la terraza, salimos de excursión con la señorita jefa -se refiere a Carlota - y nos lo pasamos muy bien. Y nos dan comida muy variada». Con sus 73 años, Milagros lo manifiesta firmemente: «Yo de aquí no me iría y los demás tampoco. Esto está muy bien hecho para todos nosotros». En definitiva, como su «señorita jefa» afirma: «Intentamos cubrir todos los posibles espectros que un ser humano necesita para ser feliz».

Las actividades que realizan los mayores también buscan retrasar su deterioro cognitivo. ANDREEA VORNICU

Calidad familiar

La gran respuesta a estos servicios se muestra en la rápida adaptación que los usuarios han mostrado ante las medidas de higiene y seguridad, así como la acogida que han demostrado en su regreso al centro, que volvió a abrir sus puertas hace un año junto con el resto de estas instalaciones en Aragón.

Estos espacios se traducen en calidad familiar. «La relación con sus familiares mejora porque les das un respiro para poder seguir sus labores y además reciben el beneficio de ver a su familiar avanzar. En ocasiones la situación es superable, pero un centro de día es un paso previo a la residencia que no se puede saltar. Es responsabilidad dar a tu mayor esta calidad de vida durante el día y que tengan así un sentido para su vida», explica Menéndez. Los datos lo confirman. En las encuestas anuales, la casilla ‘muy satisfechos’ asciende al 95-99%.

Los centros de día cuidan a nuestros mayores y a sus familiares. Son espacios centrales en la atención pública a las personas de mayor edad que presta el Gobierno de Aragón. «Somos una familia para ellos y ellos para nosotros», concluye Menéndez.