El curso escolar de la pandemia en Aragón bajó este martes definitivamente la persiana con el fin de las clases en los institutos de Secundaria y Bachillerato. La semana pasada ya lo hicieron los colegios de Infantil y de Primaria. Diez meses después de que se pusiera en marcha el año escolar más atípico, organizado entre grupos burbuja, mascarillas y clases semipresenciales, la comunidad educativa en Aragón da un aprobado al curso, pero con matices.

Familias, directores de centros y sindicatos valoran positivamente el «esfuerzo de todos» para sacar adelante un periodo lectivo que no ha conllevado el cierre de ningún centro por brotes de covid y donde la presencialidad fue la apuesta desde el principio. Las aulas se han mostrado como espacios seguros y así lo indican los datos objetivos. Sin embargo, entre las quejas están las «dificultades» para cumplir las medidas de seguridad en algunos casos, la «falta de material» de protección en el inicio o la «improvisación» del Departamento de Educación en la toma de algunas decisiones.

Tampoco el modelo semipresencial, que se mantuvo en Secundaria y Bachillerato hasta febrero, ha terminado de gustar. Desde la Federación de Asociaciones de Madres y Padres de Alumnos de Aragón (Fapar) son tajantes: «Hemos aprendido que la escuela presencial es imprescindible y que los docentes son esenciales en el proceso de aprendizaje porque ponen la parte emocional y humana que no se puede sustituir de ninguna otra manera», indicaron.

Las familias, que esperan poder recuperar su participación el curso que viene, sienten que este ha terminado «mucho más normal de lo que se pensaba en septiembre», aunque hay «debilidades» varias. El uso de nuevas tecnologías tiene «un amplio margen de mejora» para tener una escuela «equitativa e inclusiva», según Fapar.

Dos profesores del instituto de La Azucarera, en Zaragoza, ordenan una clase del centro antes de cerrar su puerta definitivamente, este martes. JAIME GALINDO

"Los protagonistas han sido y son los niños y niñas y nuestros adolescentes a quienes, quizás, hemos prestado menos atención de la que deberíamos. Han sido un ejemplo de adaptación y superación", indicaron desde Fapar.

Planes de contingencia

Por su parte, desde la Asociación de Directores de Institutos de Aragón (Adiaragon), su presidenta Eva Bajén apuntó a la «incertidumbre e inestabilidad» que marcó la organización de los centros. «Tuvimos que reorganizar varias los institutos entre julio y finales de septiembre debido a los planes de contingencia que iban cambiando», añadió Bajén.

El retorno a la presencialidad supuso «problemas de convivencia» porque «apenas se dedicaron recursos para asumirla», dijo. El final de curso ha sido, según la presidenta de Adiaragon, «especialmente complicado» por los exámenes finales, la preparación de la Evau, la ausencia de docentes por estar en tribunales de Selectividad o en las oposiciones. «Ahora toca valorar los resultados de las citadas evaluaciones y ver hasta qué punto se ha visto afectado el sistema. Si hablamos de 2º de bachillerato, creemos que los resultados son positivos. Pero veremos qué pasa con el resto de los cursos de ESO, Bachillerato y FP», aventuró Bajén.

 Ratios y carga lectiva

En el lado de los sindicatos, todos ensalzan la labor de los centros y las críticas van más dirigidas a la gestión del Departamento de Educación, que algunos tildan de «improvisada», y a las condiciones laborales de los docentes, «que han empeorado», dicen. «La pandemia deja unos altísimos costes emocionales. Se empezó con mucho miedo», consideró Mónica de Cristóbal, portavoz en Educación en CSIF Aragón, «Las máximas medidas de seguridad deben seguir el curso que viene. Las ratios deben ser bajas en aquellos centros de máxima explosión demográfica y para ellos se debe mantener al profesorado extra para atender las situaciones covid», dijo. "Ha sido uno de los cursos más duros de nuestras carreras profesionales", añadió Cristobal, quien también reclamó "improvisación" con el tema del proceso de vacunación de los docentes.

Desde CGT Aragón aludieron a la falta de material básico, que fue «asumido» por los trabajadores, mientras que consideraron que los dos últimos cursos han sido «dos años perdidos» en el ámbito de la mejora de la calidad educativa. «Educación no asume la bajada de ratios, salvo de manera circunstancial durante la pandemia, ni ha revertido antiguos recortes», indicaron. "Se sigue manteniendo los privilegios de la educación privada-concertada en detrimento del sistema público. Esperamos que para el curso siguiente el Departamento de Educación vuelva a una senda negociadora", añadieron.

Solo un 1% de los contagios en las aulas

El curso termina en Aragón con un balance positivo en lo que a número de contagios de covid se refiere. Las aulas se han confirmado como espacios seguros y solo el 1% de los 127.297 casos totales detectados en Aragón desde que comenzó la pandemia se han originado en los colegios o institutos. Es decir, un total de 1.566 afectados, según los datos del portal de transparencia de la DGA.

El 30 de enero de este año (consecuencia de la cuarta ola surgida en Navidad) fue el día que más casos se detectaron en los centros, con un total de 21 contagios. El segundo día fue el 29 de octubre, con 20 infectados, justo después del puente del Pilar que conllevó la tercera ola. Por tanto, estas cifras confirman que la incidencia en las aulas siguió un patrón similar al que sucedía en la calle, ya que las curvas de casos crecieron conforme también lo hacía la situación epidemiológica general. De hecho, el temor que había en septiembre entre las familias por el regreso al colegio pronto se disipó, porque apena se dio transmisión en los centros en ese comienzo escolar.

Una vez que la onda epidémica surgida en Navidad comenzó a remitir en Aragón, la situación en los centros, que recuperaron la presencialidad total en febrero, empezó a descender. Solamente hubo un ligero repunte en abril, muy escaso, también fruto de la quinta ola de Semana Santa que en la comunidad se dejó notar, aunque en ningún caso con las fuerzas de las anteriores.

En lo que respecta al cierre de aulas, se han clausurado este curso un total de 1.145 clases (a la espera de conocer si ha habido alguna más en los últimas días de clase), de las cuales 1.132 ya habían reabierto hasta la semana pasada.

Guillermo Herraiz, portavoz de la Federación de Enseñanza de CCOO Aragón, apuntó a «un curso muy complicado» donde ha faltado «celeridad» en la toma de decisiones. «Se han empeorado las condiciones de trabajo, con mayor burocracia», señaló. «Nos queda cierta incertidumbre de como comenzará el próximo curso. Tenemos pocos datos sobre las secuelas que las distorsiones a lo largo de estos meses van a dejar en los procesos de aprendizaje del alumnado. Habrá que poner remedio sino queremos generar bolsas de desigualdad en el futuro», apuntó. "La dificultad para desarrollar las partes más prácticas y manipulativas del currículo, para usar espacios diferentes al aula o para el trabajo cooperativo en el aula se han solventado gracias a la profesionalidad del profesorado", añadió.

Desde UGT Aragón, Macarena Nebot exigió a Educación que «no revierta el trabajo realizado» y mantenga los refuerzos de las plantillas docentes. «Debemos afrontar con garantías el próximo curso, porque aún considerando un mejor escenario sanitario somos conscientes de que la pandemia va a seguir presente. Las ratios deben bajar y se deben mantener los espacios», precisó. "Además de la reducción de la carga lectiva y burocrática para mejorar la calidad educativa", añadió. Una cuestión que se abordó en la sectorial celebrada este martes con Educación, que fijará un calendario de negociación en el primer trimestre del próximo curso.

Por último, desde Stea Aragón apuntaron a un «inicio caótico y a un final preocupante» debido a la «improvisación, caos y mala gestión» de Educación. «La educación ha salido adelante por el sobreesfuerzo del profesorado», recalcaron