El sexto máximo histórico en el precio de la factura de la luz que se alcanzó este jueves ha golpeado con fuerza los hogares y los negocios aragoneses. EL PERIÓDICO habla con tres dueños de establecimientos para comprobar su situación.

Óscar Blázquez junto a la vidriera del Café de Levante. Andreea Vornicu

«La factura va a ser un bofetón en la cara»

Seis picos históricos en el precio de la luz en tan solo un mes. Una estocada tras otra para los propietarios de los negocios, más si cabe para un gremio afectado en especial por las restricciones para frenar el covid-19. Los hosteleros afrontan con «miedo» la próxima factura, cuyo golpe tratan de minimizar a base de inventiva.

En el Café de Levante, por ejemplo, optan por subir la temperatura del aire acondicionado y potenciar la corriente con el ventilador. O abrir los ventanales de par en par. Cualquier idea vale para reducir un poquito la factura.

«Va a ser un bofetón en la cara del que no nos podemos librar», lamenta Óscar Blázquez, propietario del establecimiento. «En el domicilio puedes respetar la horas valle, pero en un negocio como este, no», apunta. Se refiere a las decenas de electrodomésticos que funcionan sin descanso en un bar: cafeteras, neveras, congeladores que se abren y cierran constantemente... «Y la especialidad de la casa, que son los granizados y están en funcionamiento todo el día», destaca el dueño del Café de Levante.

La que está por llegar será una factura muy superior a la del agosto pasado. «Y eso que cerramos una semana por vacaciones», puntualiza Blázquez. De momento, ya tienen el peligroso precedente del mes pasado. Mientras que en 2020 la factura de julio fue de 960€, la de este año ascendió hasta los 1.300€.

Aún con todo, la pandemia está contribuyendo, aunque sea de forma mínima, a reducir el gasto. Blázquez alerta de un cambio en las preferencias de los clientes, que buscan ante todo ocupar las terrazas. «La gente antes buscaba el interior en invierno por la calefacción y, en verano, por el fresco, pero ahora predominan las terrazas», asevera el propietario. Eso, en efecto, también es ahorro. 

El dueño de la Charcutería Treze posa en su local. Andreea Vornicu

«No espero una gran subida este verano»

José Francisco Lapuente es la excepción. Casi se sorprende cuando lo cuenta. Él no pagará más en la factura energética este mes de agosto. De hecho, el recibo de la luz de su pequeño negocio, la Charcutería Treze, será prácticamente igual al que tuvo que hacer frente el verano pasado. «Pago de luz, más o menos, entre 220 y 250 euros al mes», asevera el propietario de este local ubicado en la calle Hernán Cortés de Zaragoza.

Aunque confiesa que estaba un poco asustado al ver las noticias de las continuas subidas en el precio de la luz, con tantos picos históricos, reconoce que ahora está «tranquilo con respecto a su situación energética. ¿Su secreto? Una comercializadora de luz y gas algo atípica.

Hace ocho años, aconsejado por su electricista cuando abrió el local, contrató los servicos de una distribuidora algo desconocida. «Se llama Fenie Energía y es una especie de cooperativa de electricistas. Se contrata una tarifa anual que no varía demasiado conforme avanza el año», explica Lapuente, quien añade que tampoco notó el cambio cuando el Gobierno central introdujo la nueva factura.

Uno de los motivos de este bajo coste podría ser el reducido tamaño del establecimiento, aunque lo cierto es que está repleto de arcones para preservar el género fresco. «Aquí está todo en funcionamiento todo el día porque es necesario», señala el dueño de la Charcutería Treze.

Por otro lado, sobre intentar ahorrar en el gasto, Lapuente indica que trata de encender lo menos posible el aire acondicionado. Eso sí, la imagen del local es imprescindible para este charcutero. «Lo que no se puede hacer es entrar a un local y tener la mitad de las luces apagadas para ahorrar. Los clientes tienen derecho a ser bien recibidos, y parte de eso es la imagen que damos desde el negocio», subraya Lapuente. 

Ana Idoype, dueña de Tartas Melba, ayer en su tienda. EL PERIÓDICO

«Aquí es imposible que el gasto en luz baje»

Hay negocios que lo tienen muy complicado para reducir el coste de su factura de la luz. Abriendo siete días a la semana, con tres hornos industriales y doce neveras a pleno funcionamiento, en la pastelería_Tartas Melba afrontan con temor el próximo recibo energético. «Lo vemos muy negro. No tenemos forma de reducir el gasto», sentencia la dueña de la pastelería, Ana Idoype.

El verano es siempre la estación del año en la que más costosa es la energía para este tipo de establecimientos. «Es imprescindible mantener las neveras encendidas para conservar el producto, y también es necesario que la temperatura no suba demasiado», explica Idoype, casi justificándose por tener que encender el aire acondicionado en agosto.

En concreto, la cadena de aparatos que una pastelería requiere es alargada. La dueña se echa a contar y no se frena. Doce neveras y arcones, tres hornos industriales de gran potencia cuyo gasto es altísimo, expositores para poder exhibir los pasteles... «Es que lo repito: no puedo apagar ninguna de las máquinas. No podemos hacer nada para que la factura baje», dice con resignación.

Todavía no ha llegado, pero la factura atemoriza a la dueña de esta pequeña pastelería ubicada en la calle Cortes de Aragón. Y, por si fuera poco, los meses de julio y agosto son los que menos ventas registra el negocio, dado que los compradores habituales no están en la ciudad.

No obstante, el calor obliga a redoblar esfuerzos para salvaguardar la cadena del frío. Y aún así, su factura habitual, la de veranos atrás, se va a multiplicar. «Se situará por encima de los 1.000 euros, eso seguro», cifra la dueña de Tartas Melba. Quizá una de las razones es que la modalidad contratada por este local no dista de la que cualquier persona tiene en su domicilio, tal y como asevera Idoype.