La localidad altoaragonesa de Ansó celebró este domingo, 29 de agosto, una de sus jornadas más especiales. El Día del Traje Ansotano, fiesta declarada Interés Turístico Nacional, volvió este año tras el parón por el covid-19 para hacer disfrutar a los visitantes de día con múltiples actividades en torno a la vestimenta tradicional. Así, 35 vecinos de este pueblo de la Jacetania se ataviaron con la indumentaria de sus ancestros y escenificaron las tareas que se llevaban a cabo en la vida familiar. Además, evocaron el costumbrismo de la época y revivieron escenas típicas, como las clases del colegio, los días en el hogar o la elaboración de unas migas, que después fueron repartidas entre los asistentes.

Hasta 2.000 personas se acercaron a Ansó para cerciorarse de la belleza y la verosimilitud que poseen estos trajes. Lo pudieron hacer gracias al recorrido organizado por las calles del municipio, con el que se visitaban ocho rincones ansotanos donde se habían programado distintas actividades. No se celebró acto institucional ni la habitual pasarela que se instalaba en la plaza Domingo Miral, siempre con el objetivo de evitar aglomeraciones.

Sin embargo, eso no impidió que la fiesta del traje se viviera con emoción. La concejala de Turismo del Ayuntamiento de Ansó, Mamen Sánchez, afirmó que fue una jornada «muy especial». «Ha sido algo mucho más íntimo, tranquilo y relajado que otros años, pero precioso de todos modos», declaró a este diario tras finalizar la celebración.

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Las imágenes de la fiesta ansotana. SERVICIO ESPECIAL

Además, desde la oficina de Turismo se repartió un mapa callejero de los rincones, que incluía en él un código QR para el teléfono móvil con el que se podía acceder a una página interactiva con descripciones de gran parte de los trajes ansotanos.

«Una jornada íntima»

Sánchez subrayó la participación de las gentes ansotanas, que se implicaron de lleno en recrear la vida de la época. Ayudaron a ello los tres conciertos que pusieron la melodía a la jornada en tres de los rincones: un solista de guitarra, una actuación folclórica y la música de un arpa.

También contribuyeron a crear una atmósfera especial las lonas en los balcones que el consistorio colocó y los actos que se habían venido celebrando durante toda la semana previa al día grande de esta localidad altoaragonesa. De hecho, al haberse situado muchos de los rincones en las puertas de las casas, en la edición de este año los vecinos se animaron a sacar algunas piezas que nunca habían salido a las calles para evitar desperfectos. «Hemos conseguido que sea un día de disfrute muy diferente, que esos rincones formaran parte del Ansó que ahora es urbano, y que nos sintiéramos como si estuviéramos en los años en los que se veía el traje típico por las calles», explicó la concejala de Turismo. Por otro lado, se organizaron visitas guiadas en el museo.

Ansó volvió este domingo a vestirse con sus galas más tradicionales. Y lo hizo con la intención de alcanzar el centenario.