«Todos estamos para vivir, pero cuando se deja de hablar de curación y los médicos te hablan de supervivencia y de la calidad de vida, entonces te das cuenta de que está ahí, es una realidad». Cuántos enfermos de cáncer y cuántos de los compañeros en este tortuoso viaje se pueden ver reflejados en estas palabras de Pepe Guinea. Los hay que ganan la batalla, a otros les cae un saco de goles y otros después de tener el partido empatado durante los 90 minutos les meten gol en el descuento. Aunque Pepe todavía sigue «en la lucha», pertenece a ese primer grupo de privilegiados que después de verse cara a cara con este enemigo, le ha ganado la batalla.

Ayer se presentó su exposición fotográfica La distancia justa, un recorrido a su día a día con el tumor cerebral que le detectaron en 2010. Esta obra es la ganadora de la beca DKV del seminario de fotografía y periodismo de Albarracín 2019 y se podrá visitar en la sala f/DKV de Zaragoza hasta el 10 de octubre.

Hay veces que las vivencias personales trascienden más allá de los premios y reconocimientos. Este es el caso de Pepe, quien explica que el momento en que le diagnosticaron el tumor supuso «una revisión» de lo que quería hacer con su vida. Así, recuperó «algo» que quedó pendiente de su adolescencia, «vivir la fotografía». Desde ese momento, una cámara de fotos se convirtió en su mejor compañero de viaje: «Me ayudó a tener la mente más optimista y saludable, para no verme como un enfermo sino como un objetivo fotografiable. Lo más bonito es poder compartir con otros que sobrevivir merece la pena».

«Mi enfermedad fue evolucionando y en los momentos de desánimo y de incertidumbre, la fotografía me hizo poner cierta distancia a esos pensamientos negativos para resistirme a ocupar un lugar simplemente de enfermo», señala Pepe respecto a los motivos que le llevaron a convertirse en el «reportero» de su experiencia. «Un momento muy duro es cuando se comienza a hablar de tratamiento de supervivencia y piensas en tirar la toalla. Entonces, este regalo le da sentido a todo; cuando uno se entrega a la vida, ocurren cosas maravillosas como esta».

«Estoy muy vinculado emocionalmente a todas las imágenes, me vienen los momentos y la situación emocional en que estaba cuando las hice» comenta Pepe, que acumula en esta exposición un buen puñado de fotografías de su día a día. Desde el pastillero que tanta angustia le causaba hasta los autorretratos que se planteó como un «reto personal» por su timidez.

La presentación también contó con la participación de Gervasio Sánchez, que no dudó en resaltar el valor de Pepe por reflejar el día a día de su enfermedad: «Nos dejó al jurado realmente impactado por ser un trabajo de algo tan sensible y con un diagnóstico tan grave. En un espacio tan limitado como es la habitación de un hospital con una cama, cuatro pasillos y unas estanterías ha sido capaz de autodocumentarse. Y, además, es un trabajo muy riguroso como fotografía documental».

«Ahora vivo de una manera más consciente porque tuve ese contacto con la muerte». Y es que, como dice Pepe Guinea, «la única certeza que tenemos en esta vida es la muerte».