El sector ovino se juega su futuro con la nueva Política Agraria Común (PAC) que regirá en el periodo 2023- 2027. Del encaje de las nuevas ayudas depende que mejore o se agrave la comprometida viabilidad de unas explotaciones ganaderas que llevan en crisis desde hace décadas. El número de productores y animales sufre un descenso paulatino. En concreto, el censo de corderos ascendía a 1.653.857 cabezas hasta el pasado mes de enero –el 10,4% de toda España–, de manera que desde 2006 se han perdido casi la mitad (el 41,5%) de la cabaña, es decir, cerca de 1.200.000 unidades menos.

«Estamos en un momento crucial tras muchos años en crisis. La pandemia no va a acabar con nosotros pero puede que sí otros problemas, como la reforma de la PAC y la amenaza del lobo», asegura Ángel Tarancón, director general del grupo Pastores. «Somos un sector que cae simpático. Todos se quieren hacer la foto con nosotros pero luego nadie nos apoya», añade el también responsable del sector del ovino de carne en Cooperativas Agroalimentarias de España.

Recuerda la importante labor que realiza esta ganadería extensiva en favor del medio ambiente y el medio rural. A pesar de ello, teme que vuelvan a ser los grandes olvidados de las ayudas agrarias europeas, cuyo reparto nacional está ahora negociando el Gobierno con las comunidades autónomas. «No nos engañemos, la PAC es una lucha entre sectores y comunidades autónomas. Nosotros somos de los más pequeños y de los que menos capacidad de negociación tenemos», se lamenta.

La «esperanza» del ovino estaba puesta en la ayuda asociada, la que se otorga por cabeza de ganado, ya que se esperaba que subiese. Sin embargo, precisa, «por las partidas presupuestarias que vemos, al final se va a quedar como estaba». Si esa mayor cuantía no se produce, los ganaderos reclaman que las subvenciones al menos se repartan y modulen en función de criterios como que los productores sean jóvenes, mujeres o estén integrados en un sistema de calidad diferenciada o ecológica. También plantean que se prime a quienes trabajan la genética o forman parte de grupos organizados que luchan por el sector como las cooperativas.

Pagos por ecosistemas

Desde el sector ven con buenos ojos los pagos por ecosistemas, contemplados en la nueva PAC para compensar a los productores que adopten prácticas beneficiosas para el medio ambiente. Sin embargo, muchos ganaderos pueden quedarse al margen porque las ayudas se vinculan a la hectárea de terreno. «Los que no tienen tierras y pastan en otras no podrán solicitarlas», advierte. Por ello, Tarancón pide que se otorguen por número de cabezas de ganado y que una hectárea puede tener varios ecoesquemas.

Otra de las demandas es incluir al ovino en las llamadas intervenciones sectoriales mediante su reconocimiento como una organización de productores (OOPP), al igual que ocurre con la fruta, lo que permitiría impulsar su promoción e innovación. El director de Pastores, principal cooperativa de carne de ovino, apuesta también por la desaparición de los derechos históricos, para que «se cobre solo por el ganado que se tiene» y favorecer así a los ganaderos en activo.

Por otra parte, Tarancón muestra preocupado por la situación del lobo. «Lo mires por donde lo mires es incompatible con el sistema de pastoreo que hay en Aragón. Lo que está en peligro de extinción es el pastor y no el lobo», concluye.