Vivir y estudiar entre autobuses amarillos, cafeterías de instituto al más puro estilo de Hollywood, taquillas en los pasillos y partidos de fútbol americano con animadoras es un sueño tan recurrente como difícil de materializar para muchos jóvenes. La zaragozana Elsa Bails Mayayo, afincada este curso en Victorville, a hora y media de Los Ángeles, es una de las afortunadas.

«Es como una película», narra la estudiante de 4º de la ESO sobre su intercambio en los Estados Unidos. Conoció el programa a través de su madre y consiguió apuntarse el último día. «Un sábado hice la entrevista y la prueba de inglés. El lunes me dijeron que estaba aceptada», señala Elsa, a quien siempre le había atraído la idea de «vivir experiencias en el extranjero».

Con el intercambio en el país norteamericano surgió la oportunidad de hacer de 'cheerleader' en su instituto, el Silverado High School, con más de 2000 alumnos, donde la han recibido con los brazos abiertos. Su llegada al equipo de animadoras tuvo lugar también sobre la bocina. Con la colaboración Krishna, la madre de su familia de intercambio, pudo hacer las pruebas de forma telemática aún en España a través de unos vídeos.

Ahora entrena durante seis horas cada semana, a las que hay que sumar «más de dos o tres» durante cada partido y sin dejar de lado los estudios. «Antes de los entrenamientos se hace un repaso académico para comprobar que todas las animadoras mantienen un buen expediente. Si suspendes algo, tienes que abandonar», cuenta. 

«Es como una película con los autobuses amarillos y los estadios», asegura Elsa

Su «familia estadounidense» no solo la ha ayudado a acceder al equipo de animadoras. Se han volcado con ella en otros aspectos, como acompañarla a vacunarse y a orientarla eligiendo las asignaturas. Estas familias se implican «solo por vivir la experiencia y el intercambio cultural que supone» recibir a alguien que cruza el charco. 

Para Elsa, que «mucha gente» de su entorno hable español, debido al gran número de estudiantes latinos, es otro factor que le ha permitido sentirse integrada. «Hay algunas cosas que son más mexicanas que puramente americanas», señala. «Los autobuses amarillos del transporte escolar, los partidos con las animadoras... cuando estoy en el campo animando y viéndolo todo, sí que es como en una película», asegura. 

Vínculos familiares

En este intercambio, no son los estudiantes quienes eligen los destinos, sino que se les asignan en función de las familias que los acogen. «Me gustaban también Nueva York, Maine o Boston», comenta Elsa, satisfecha por estar en la zona de Los Ángeles. Un lugar al que viajó su bisabuelo hace cien años para trabajar como pastor y donde acabó viviendo durante 17 años antes de volver a Longás, su pueblo en las Cinco Villas. «Me ha tocado al lado de donde él estaba. Es muy emocionante». La experiencia de Elsa durará hasta el próximo mes de junio. Hasta entonces, podrá vivir su particular historia de Hollywood a casi 10.000 kilómetros de casa.