Pasaban doce minutos de las seis de la tarde cuando el Nuncio apostólico en España, Bernardito Auza, imponía el palio arzobispal al arzobispo de Zaragoza, Carlos Escribano, ante una nutrida representación de fieles y sacerdotes en el altar mayor de la Basílica del Pilar. Una ceremonia que ya se celebró en la capital aragonesa hace ahora seis años, cuando en octubre de 2016 fue el anterior arzobispo zaragozano, Vicente Jiménez, quien recibía el palio arzobispal. Una tradición que representa la unión del máximo representante de la diócesis con sus obispos metropolitanos y sus fieles. Por eso, arroparon en la ceremonia y concelebraron la eucaristía posterior con Escribano los obispos de Barbastro-Monzón, Ángel Pérez; de Huesca y Jaca, Julián Ruiz; de Tarazona, Eusebio Hernández; y de Teruel y Albarracín, José Antonio Satué.

«Es lo propio. Cuando te nombran arzobispo, se entrega el palio. Es como una cinta de lana que tradicionalmente se imponía en la Santa Sede, la imponía el Papa el día de la fiesta de San Pedro y San Pablo», explicó Escribano momentos antes de la ceremonia, en la plaza del Pilar. «Francisco lo cambió porque la Iglesia católica es muy grande y había algunos arzobispos que tenían complicado acercarse hasta Roma y prefirió entregarlo y que la imposición se hiciera en las diócesis», como ocurrió este domingo.

La casualidad quiso que Escribano recibiera el palio en el undécimo aniversario de su ordenación episcopal. «El palio es un elemento simbólico que recuerda lo que nos decía Jesús sobre que quien ejerce el ministerio episcopal, ejerce como un pastor. El palio quiere simbolizar la oveja que se carga el pastor sobre sus hombros», resumió el arzobispo de Zaragoza.

Acompañados por el coro de Infanticos de la Basílica del Pilar, también arroparon a Escribano en esta ceremonia José Luis Redrado, obispo emérito pontificio del Consejo de Salud, y Ramiro Moliner, natural de Castelserás, Nuncio apostólico del Papa ya jubilado.

La imposición del palio apostólico para el arzobispo de Zaragoza, Carlos Escribano, se produce a apenas dos semanas de las que serán sus primeras fiestas del Pilar en el cargo. «Lo afrontamos con prudencia. Pero os aseguro que tengo una alegría interior muy grande. Y quiero desear estas felices fiestas distintas a todos los zaragozanos y gentes que nos visitan», manifestó Escribano.