El zaragozano Carlos Urzainqui acaba de publicar su quinto libro sobre historia local, Castejón de Valdejasa y la Guerra de la Independencia (Editorial Comuniter), en el que descubre el papel de la muela del Castellar como foco de resistencia en Aragón.

-Su último libro revela el papel fundamental de la zona de la muela del Castellar en la Guerra de la Independencia, ¿se puede considerar la cuna de la guerrilla antifrancesa en Aragón?

-Bueno, eso puede ser exagerado en un movimiento tan extenso; ahora bien, tiene un importante papel en las bajas Cinco Villas, es un foco importante. El elemento distintivo en esta zona es que en otros puntos hay un personaje importante que moviliza a la gente, aquí es un movimiento espontáneo, nace de la gente que está refugiada allí, la mayoría proveniente de los Sitios de Zaragoza, aunque también de las razias del ejército francés en los pueblos cercanos. 

-¿Se llevó alguna sorpresa en su investigación?

-Me llevé muchas pequeñas, por ejemplo descubrir que el guerrillero José Tris, Malcarao, era en realidad de Ejea, no de Gurrea. Era de familia de carreteros, que sufrieron una requisa por parte de los franceses, y después de que algunos de sus hermanos fueran asesinados, se metió a la guerrilla. También me sorprendió que tradicionalmente se ha valorado la actitud de la población de forma muy extremista, como si estuvieran todos de acuerdo en contra; en realidad, en el primer Sitio están a la expectativa, los motines, como el de los estudiantes de 1808, son sobre todo de gente de fuera. De hecho a Palafox le cuesta encontrar voluntarios. Ya en el segundo, una vez vista la actitud de los franceses, la cosa cambia. 

-¿Los estudios habituales de esta época están demasiado mediatizados por los Sitios de Zaragoza?

-Exactamente, están muy centrados en Zaragoza y en los episodios militares, pasan por alto el componente civil. Por ejemplo, en esta zona de la muela del Castellar había un comisario político en Zuera que se dedicaba a recopilar información y coordinarse con los francesas. La investigación me ha permitido estimar el número de tropas francesas que pasaron por la zona hacia el norte por la deuda que dejaron en alcohol, calculando cuánto podía beber de media cada uno. Son datos que la historiografía tradicional a veces pasa por alto. 

-Se licenció en Historia con cerca de 40 años, ¿fue una vocación tardía?

-En realidad siempre me ha gustado muchísimo y tenía facilidad, pero por circunstancias no fue hasta el 94, cuando entré a trabajar en la Universidad por oposición, cuando me pude matricular, y me la saqué en cinco años, del tirón (ríe). Colaboraba en la Ser de Zuera con un programa de Historia, y en el 2008, con el centenario (de Los Sitios), ya surgió la idea de este libro. 

-Es el quinto de historia local (tiene de Villanueva de Gállego, su pueblo, Brea u Ontinar), ¿qué aportan estos estudios frente a los tradicionales?

-Siempre he pensado que la gente tiene que conocer lo más próximo, y desde ahí ir un paso más allá, también en la investigación histórica, al comenzar. La historia local está maltratada, hay mucho intrusismo, o gente que se siente ofendida porque le digas que un campo era de los Cartujos, aunque ahora sea suyo (ríe). Pero es bueno conocer esta historia y su contexto, y sobre todo mantener el patrimonio. Parte del libro, por ejemplo, gira en torno a un sable que aún se saca en procesión.