Juany tiene 62 años y ahora puede asegurar que está «muy orgullosa» de sí misma y de lo que ha conseguido. Y lo está también porque hubo un momento en su vida en el que estuvo «a punto de verse en la calle». No llegó a dormir al raso, pero si no hubiese encontrado un trabajo no le hubiera quedado otro remedio. «Estuve una habitación para poder dormir. La primera en la que estuve era muy sucia y la segunda me exigía que le pagara con puntualidad. Y sin un trabajo fijo y dependiendo de las cosillas que me iban saliendo era muy complicado», explica.

En su peor momento Juany encontró a su «ángel de la guarda», como ella le llama. Se trata de Lucía, que trabaja para la Obra social del Carmen y que le ayudó a encontrar recursos para no quedarse en la calle.  Desde entonces, come allí todos los días y también ejerce como voluntaria para la entidad. «Ahora vivo en una habitación que está bien. No estoy como en mis mejores tiempos pero estoy bien ­–insiste­–. Pero la vida da muchas vueltas, ahora que se acaba de inaugurar la Casa Abierta para mujeres ya he preguntado si aceptan reservas», ríe.

En su caso, Juany llegó a quedarse casi en la calle después de que su familia se alejase de ella: «Yo trabajaba en una empresa de plástico que era propiedad de mi padre. No me faltaba de nada. Pero me casé con un toxicómano y mi familia me dejó . Entonces me puse a trabajar como cocinera y a pesar de los problemas tenía mi piso y mi vida. Pero después de 16 años me divorcié entonces falló el trabajo y me quedé sin ingresos y sin nadie al que acudir. Todos los que estaban a mi alrededor estaban en una situación parecida», relata la mujer.

En ese momento le entró mucho miedo. «Fueron los peores años de mi vida y fueron cuatro o así. Estuve muy mal. Intenté quitarme la vida. Pero mírame ahora, he resurgido y ahora estoy muy orgullosa de mí», cuenta.

Ahora, en el comedor del Carmen, conversa habitualmente con otros usuarios de estas instalaciones. «Siempre les digo lo mismo. Yo también sé que estar en su situación es muy difícil. Llamas a muchas puertas y a muchos teléfonos y nadie te responde. Pero el alcohol y las drogas no resuelven el problema. Todo tiene solución menos la muerte», afirma.

Ahora, Juany trabaja cuidando a dos personas mayores y continúa con su labor como voluntaria en el comedor del Carmen. «He pasado momentos muy malos pero he conseguido salir. Ahora me gusta ayudar a la gente que está en una situación parecida a la que yo estuve a través del Colectivo Dignidad. Y eso que no estoy bien del todo. Valgo más para cuidar a los demás que para cuidarme a mí», zanja